Mujeres en la Biblia
María de Nazaret, la madre de Jesús, estará en el centro de esta última entrega de la serie "Mujeres en la Biblia. Las características de esta mujer única eran una fe infantil incondicional, una confianza ilimitada y la total dedicación a Dios. Como madre del Mesías anunciado estaba tan cerca de Él como ninguna otra persona, aunque no siempre comprendía lo que él hacía. Como madre sufrió su muerte en la cruz y se quedó con Jesús hasta que su encargo en la tierra se hubo cumplido. Finalmente la encontramos entre los creyentes y los Apóstoles de Jesús, que en Pentecostés experimentaron el derramamiento del Espíritu Santo.
En Mateo encontraremos una primera referencia a María en el árbol genealógico de Jesús (Mateo 1:16)). Pero solo Lucas describió el encuentro de María con el ángel Gabriel que le anuncia el nacimiento de su hijo.
Lucas describe la reacción de la joven cuando el ángel la saluda: "¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo." "Mas ella, cuando le vio se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta." Del ángel supo: concebiría un hijo y que lo daría a luz, que debía llamar Jesús (Salvador) a este hijo, que Jesús sería poderoso y el Hijo de Dios, que su reinado sobre la casa de Jacob, es decir Israel, sería para siempre, y que su reinado no tendría fin. María sólo preguntó por curiosidad, no porque dudase: "¿Cómo será esto? Pues no conozco varón". Por cierto que las preguntas que no se planteó probablemente sean las más interesantes, como: "¿Qué pensará José de esto?" "¿Aún así se casará conmigo?" "¿Qué dirá la gente cuando se entere de mi embarazo a pesar de que no estoy casada?" El ángel contestó: " El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual el Santo ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios." Su respuesta a ello fue expresión de su fe incondicional en el carácter poderoso del Señor, pero también de su profunda humildad y su disposición a entregarse plenamente en manos del Señor: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (comparar con Lucas 1: 26-38). La Santa Escritura nada dice sobre como María procesó el anuncio del ángel Gabriel. Visitó a su pariente Elisabet, la madre (de Juan el Bautista), quien recibió a María pronunciando las siguientes palabras: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mi, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre..." Que María realmente había comprendido toda la dimensión y la importancia de lo que se le había anunciado, queda expresado en su canto de alabanza, que comienza con las siguientes palabras: "Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva. Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Todo Poderoso; Santo en su nombre" (Lucas 1:46- 49). María se quedó durante tres meses con Elisabeht que en este tiempo probablemente le ayudara a comprender lo que de pronto había ocurrido en su vida.
José y María
En aquél entonces María tenía unos 13 años y había sido prometida a José, un carpintero. Sobre la relación entre ambos casi no hay información. Según la tradición de entonces, José probablemente fuese un poco mayor que María, ya que de hecho era habitual que las jóvenes se comprometiesen con hombres mayores que estuvieran en condiciones de mantener una familia. En el capítulo primero de su Evangelio, Mateo describió las sensaciones de José después de que se enteró que María esperaba un niño. Era un hombre creyente, que no quería que su prometida fuese públicamente avergonzada. Pensó en abandonarla en secreto. Entonces, un ángel del Señor le dijo en sueños: "José hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta cuando dijo (Isaías (7:14): "he aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel", que traducido es: Dios con nosotros (Mateo 1:18-23). Sucedido esto, José permaneció con María. Juntos se ocuparon del niño después de que este naciera en Belén. Cuando a su pequeño hijo amenazaba el peligro de los perseguidores enviados por Herodes, José llevó a María y a Jesús, guiados por ángeles, primero a Egipto y después de muerto Herodes los trajo de regreso a Nazaret (comparar con Mateo 2:13-15). Del matrimonio entre María y José nacieron otros hijos. Mateo menciona a cuatro hermanos de Jesús: Jacobo, José, Simón y Judas y un número impreciso de hermanas
(comparar con Mateo 13:55; Juan 7:3-5).
María y Jesús
Mateo y principalmente Lucas, relatan sucesos especiales en conexión con el nacimiento de Jesús: los pastores que salieron en busca de María y José y que luego adoraron al niño, contaron acerca del anuncio del ángel y de lo sucedido en el cielo y en los campos de Belén. María conservó todas estas palabras y las movilizó en su corazón(comparar con Lucas 2:8-19). Cuando transcurrido cierto tiempo, los sabios de Oriente encontraron a la pequeña familia, que en aquél momento todavía permanecía en Belén, no solo trajeron regalos, sino que adoraron a Jesús como rey. Finalizado el tiempo prescrito (comparar con Levítico 12), José y María presentaron a su hijo primogénito en el Templo. En ese momento Simeón y Juana reconocieron al anunciado Mesías y Salvador del mundo. Después, la Santa Escritura menciona pocos aspectos de la infancia de Jesús y la relación entre María y Jesús. De ello se puede derivar que Jesús creció como un niño normal, quizá tan normal que María no siempre era consciente de la particularidad de su hijo. Lucas nos ofrece un panorama de la situación que en cierto modo es característico de la relación entre María y Jesús. Jesús tenía doce años cuando se le permitió acompañar a sus padres en un viaje a Jerusalén para festejar la Pascua. Allí sorprendió a los eruditos con su conocimiento sobre las Escrituras y con las preguntas que hizo. Pues sí, estaba tan compenetrado en las conversaciones con los doctores de la ley que no extrañó a sus padres y permaneció en Jerusalén sin que lo supieran. Después de tres días, María y José finalmente encontraron a su hijo en el Templo, María le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia". María no comprendió el profundo sentido de la respuesta de su hijo de doce años: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi padre me es necesario estar?" (Lucas 2:49). Mientras Jesús sabía exactamente quién era y que encargo tenía, María no era tan consciente (o por lo menos ya no lo era). Lucas cierra con las siguientes palabras: "Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón".
La vida cotidiana de María seguramente no se diferenciaba de la vida de otras mujeres de su época, que se tenían que ocupar de una familia que crecía. Molía cereal, cocinaba hilaba, fabricaba ropa, se ocupaba de los niños. Pero aún ante todo este trabajo, es probable que las palabras de su hijo mayor y los datos sobre su encargo especial
volvieran a pasar una y otra vez por su mente.
Nuevas funciones para María
Después del bautismo de Jesús a través de Juan en el Jordán y de comenzar su activar, el papel de María en la familia cambió rotundamente. En el ínterin, sus hijos ya eran adultos, se habían hecho cargo del oficio de carpintero de su padre y se ocupaban de su madre y de las hermanas menores. se presume que José muriera antes del activar público de Jesús, porque en Marcos 6:3 leemos que algunos vecinos de Nazaret decían sobre Jesús: "¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?" Como Hijo mayor de José, Jesús había aprendido el oficio de éste y después de su muerte pasó a ser "el carpintero". La enorme fe con que María miraba a su hijo queda clara en el ejemplo de las bodas de Caná. Ya no quedaba vino y María comentó esto a Jesús. Su respuesta fue: "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora". Estas palabras seguramente la conmocionaron. Las palabras originales probablemente resalten con mayor claridad el fino sentido de esta expresión, ya que Jesús se dirigió a su madre con la palabra "mujer". Tanto este término, como la forma hebrea de hablar con la cual se rechaza que un tercero se dirija a la persona, o mejor dicho con las cuales se lo reprende, habían sido duras con María. Aún así instruyó a los siervos para que hicieran lo que Jesús les encargaría hacer (comparar con Juan 2: 1-10). A medida que transcurría el tiempo, a María se le hacía cada vez más difícil comprender el accionar de su Hijo y al mismo tiempo comprobar que no podía influir de manera alguna en él. Qué amargo le debe haber sido cuando él se distanció de ella y de sus hermanos, con palabras que deben haberles dolido, Marcos describe la situación en la cual María y los hermanos de Jesús se encontraban delante de una casa en la cual Jesús enseñaba. Querían hablar con Él, "quedándose afuera, enviaron a llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre" (Marcos 3:31-35).
A pesar de todo, María seguramente buscó la proximidad de Jesús toda vez que fue posible. Pero en virtud de su caminar a través del país y de la actividad de enseñanza, estos encuentros debieron ser escasos. Lucas no cuenta a la madre de Jesús como acompañante permanente del Señor (comparar con Lucas 8:1-3). Se sabe con seguridad que María estaba en Jerusalén cuando su hijo fue apresado y condenado. Con otras mujeres estuvo presente en la crucifixión de Jesús al pie de la cruz. ¿Que debe haber sentido cuando su hijo se dirigió a ella en los últimos instantes de su vida y le dijo: "Mujer, he ahí tu hijo": Y a Juan, que estaba parado al lado de ella:
"he ahí tu madre"(Juan 19:26, 27). A partir de ese día, Juan llevó a María con él.
Después de la resurrección de Jesús, que para María, echo una luz completamente nueva sobre la vida de su hijo y que dilucidó completamente su esencia divina, en Él reconoció al Mesías anunciado. Y, en definitiva, esto también puede deducirse del hecho de que permaneció en la comunión de los discípulos de Jesús y de los Apóstoles. María, la madre, de Jesús es mencionada por última vez en Hechos 1:4. En esa ocasión experimentó el derramamiento del Espíritu Santo en el seno de los discípulos
y de una comunidad creyente.
La Santa Escritura no ofrece información sobre el resto de su vida y su muerte. Tampoco los patriarcas de la Iglesia nos dicen algo al respecto. Pero alrededor de 450 después de Cristo había una iglesia en su honor en Kidrontal; primero se consideró que ese era el lugar donde había vivido. Desde mediados del siglo VI se veneraba una tumba en la piedra como lugar de descanso de María. Otras fuentes presumen que la muerte de María se produjo cerca de Éfeso (Turquía) y que allí también está su tumba. Según la leyenda algunos años después de la ascensión de Jesús, Juan se habría mudado con María de Jerusalén a Éfeso. Ambos vivieron primero durante algún tiempo en la iglesia de María, al borde de Éfeso y más tarde se mudaron a un pequeño asentamiento fuera de la ciudad. Allí, María parece haber pasado sus últimos días de vida. Sin embargo es correcto poner en duda esta aseveración, ya que Lucas nada menciona sobre ello en estos registros. Además, esta teoría no está históricamente probada. Por cierto, que al Oeste de las ruinas de Éfeso se han encontrado restos bien conservados de la iglesia de María, que se remontan a una basílica romana del siglo II antes de Cristo. En esta iglesia se llevó a cabo en 431 el Concilio de Éfeso que confirmó el título de María como "theotokos"
(la que dió luz a Dios). La casa en la cual aparentemente falleció., la Meryemana (casa de María). se encuentra en Bülbül- Dag, "la montaña de los ruiseñores", aproximadamente seis kilómetros de la cual Selçuk (Éfeso). Por lo tanto, esta tradición pudo imponerse y todavía hoy se rinde honores a la casa que está al sur de la antigua ciudad de Éfeso- que visitan muchas personas- y en la que aparentemente vivió María los últimos días de su vida.
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La casa de María cerca de la antigua Éfeso (hoy Selçuk/Turquía. |