Mientras el coro entonaba el cántico después del texto, pude ver desde el altar cómo una abuela levantaba a su nietecito para que éste pudiera ofrendar. En escasos segundos se levantaron muchos pensamientos, en donde se involucraban las abuelas, los nietos y la ofrenda.
Respecto de la abuela, tuve que pensar que así como sucede en la vida cotidiana, donde la abuela se ha transformado en una ayuda invalorable para la educación de los hijos de matrimonios en los cuales los padres se ven obligados ambos a trabajar, lo mismo sucede en el orden espiritual, donde las abuelas hacen un aporte muy hermoso para la formación espiritual de sus nietos. Tal és el caso de esta hermana que, ya antes de llegar a la Iglesia, habrá generado el deseo en su nieto de ofrendar las monedas que seguramente ella misma le habría dado.
¡Que hermoso habrá sido ese diálogo entre la abuela y su nieto! Puedo imaginarlo:
-Toma estas monedas.- ¿Para qué abuela?- Para que cuando lleguemos a la iglesía las puedas ofrendar.-¿Y para qué ofrendamos?- Porque así agradecemos al amado Dios por todo lo que nos da. Porque Él cuida con sus angelitos, y cuida a papá y mamá...
En esos puntos suspensivos seguramente cada abuela podrá agregar lo que con tanto amor enseña a sus nietos y no solo respecto a la ofrenda, sino a tantos otros temas vinculados al desarrollo espiritual de nuestros más pequeños.
Respecto del nieto la primera reflexión es que hoy, gracias al avance de la medicina,la mayoría de los niños puede conocer a sus abuelos ( algo no tan frecuente hace unos años atrás).¡Qué hermoso el vínculo que se establece en estos dos seres, y qué hermoso cuando tambien se ve reflejado en el ámbito de la Iglesía! Pude ver también hace poco cómo un abuelo estiraba sus brazos para alzar a su nieta, cuando ésta regresaba de tomar la Santa Cena junto a su madre. La expresión de complicidad entre ambos era muy singular. Pude ver la emoción en el rostro de una abuela cuando su nieto recién instituido Pastor, tuvo que suministrarle la Santa Cena... Otra vez en estos puntos suspensivos seguramente cada nieto podrá pensar en todos los momentos felices compartidos con las abuelas en la casa de Dios.
Quienes no tuvimos esa gracia, en muchos casos hemos adoptado como
" abuela", a aquella hermana que con tanto amor desempeñaba ese rol tan válido dentro de la comunidad.
Respecto de la ofrenda, seguramente ese niño con el correr del tiempo ha de recordar los brazos amorosos de su abuela levantándolo frente a la caja de las ofrendas, ha de recordar el ruido de las monedas al caer en el fondo de la misma y seguramente también la vóz de la abuela cuando le decía:" Nunca pases delante de la caja de ofrendas sin expresarle a Dios tu agradecimiento". Y seguramente ese niño, ya hecho hombre, también agradecerá a su abuela en silencio por esa enseñanza que, al ponerla en practica, le brindó tantas bendiciones... Despues de estos puntos suspensivos seguramente muchas abuelas y nietos podrán volcar sus reflexiones ya que, una vez más, una imagen valió más que mil palabras.
Respecto de la abuela, tuve que pensar que así como sucede en la vida cotidiana, donde la abuela se ha transformado en una ayuda invalorable para la educación de los hijos de matrimonios en los cuales los padres se ven obligados ambos a trabajar, lo mismo sucede en el orden espiritual, donde las abuelas hacen un aporte muy hermoso para la formación espiritual de sus nietos. Tal és el caso de esta hermana que, ya antes de llegar a la Iglesia, habrá generado el deseo en su nieto de ofrendar las monedas que seguramente ella misma le habría dado.
¡Que hermoso habrá sido ese diálogo entre la abuela y su nieto! Puedo imaginarlo:
-Toma estas monedas.- ¿Para qué abuela?- Para que cuando lleguemos a la iglesía las puedas ofrendar.-¿Y para qué ofrendamos?- Porque así agradecemos al amado Dios por todo lo que nos da. Porque Él cuida con sus angelitos, y cuida a papá y mamá...
En esos puntos suspensivos seguramente cada abuela podrá agregar lo que con tanto amor enseña a sus nietos y no solo respecto a la ofrenda, sino a tantos otros temas vinculados al desarrollo espiritual de nuestros más pequeños.
Respecto del nieto la primera reflexión es que hoy, gracias al avance de la medicina,la mayoría de los niños puede conocer a sus abuelos ( algo no tan frecuente hace unos años atrás).¡Qué hermoso el vínculo que se establece en estos dos seres, y qué hermoso cuando tambien se ve reflejado en el ámbito de la Iglesía! Pude ver también hace poco cómo un abuelo estiraba sus brazos para alzar a su nieta, cuando ésta regresaba de tomar la Santa Cena junto a su madre. La expresión de complicidad entre ambos era muy singular. Pude ver la emoción en el rostro de una abuela cuando su nieto recién instituido Pastor, tuvo que suministrarle la Santa Cena... Otra vez en estos puntos suspensivos seguramente cada nieto podrá pensar en todos los momentos felices compartidos con las abuelas en la casa de Dios.
Quienes no tuvimos esa gracia, en muchos casos hemos adoptado como
" abuela", a aquella hermana que con tanto amor desempeñaba ese rol tan válido dentro de la comunidad.
Respecto de la ofrenda, seguramente ese niño con el correr del tiempo ha de recordar los brazos amorosos de su abuela levantándolo frente a la caja de las ofrendas, ha de recordar el ruido de las monedas al caer en el fondo de la misma y seguramente también la vóz de la abuela cuando le decía:" Nunca pases delante de la caja de ofrendas sin expresarle a Dios tu agradecimiento". Y seguramente ese niño, ya hecho hombre, también agradecerá a su abuela en silencio por esa enseñanza que, al ponerla en practica, le brindó tantas bendiciones... Despues de estos puntos suspensivos seguramente muchas abuelas y nietos podrán volcar sus reflexiones ya que, una vez más, una imagen valió más que mil palabras.
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