¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

martes, 31 de enero de 2012

María, la madre de Jesucristo

    María, la madre de Jesús, probablemente sea la figura femenina de la Biblia más importante.
Después de un comentario introductorio general, pasaremos a las referencias bíblicas que hacen mención de María.
Para finalizar, analizaremos los relatos de los evangelios.

                                                          A modo de introducción
     Como personaje bíblico, María es interesante para nosotros, pero no es objeto de una doctrina referida a la persona específica como es el caso de la marionología de las Iglesias católica y ortodoxa.
   Tanto en nuestra Iglesia como en la Iglesia de la Reforma no se conoce la adoración de María. La circunstancia histórica de la adoración de María como "la que dio luz a Dios" (aquella que ha "engendrado a Dios") o bien la madre de Dios" emanadas tanto de la Iglesia católica como de la ortodoxa se explica a partir del entorno y de la difusión del cristianismo en la región del Mediterráneo.
De manera que en lo histórico-religioso se reproducen numerosas figuras de María que tienen su antecedente pictórico en la imagen de culto de la diosa egipcia Isis en pose de madre que amamanta un niño- Dios.
  En los siglos siguientes se fue desarrollando una devoción popular que absorbió otros elementos precristianos y que encontró su medio de expresión en fenómenos tales como la representación de María como reina del cielo.
La Santa Escritura relata que María concibió al Hijo de Dios siendo ella virgen. Alrededor del nacimiento a partir de una virgen, pronto se fueron levantando leyendas. Entre ellas encontramos expresiones tales como:
  • Que María ha permanecido siempre virgen (expresión elevada a dogma en el siglo VI).
  • La "Inmaculada Concepción de la Virgen" (dogma a partir de 1854), es decir que María también fuera concebida por su madre sin la cohabitación de un hombre.
  • La ascensión de María (dogma a partir de 1950).                                                                                                                                                   
      En la Santa escritura, Adán y Cristo son colocados en interrelación. Encontramos un ejemplo de ello en 1 de Corintios 15:22: " Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados". Similar relación fue construida entre Eva y María. Este paralelismo contribuyó decisivamente a la elevación teológica de María. En este sentido es vista como el símbolo real de la Iglesia, es decir que María está tan presente en la Iglesia como Cristo en el Sacramento; ella es considerada, en definitiva, como el símbolo de la recta de fe. María es honrada como santa. En el curso de la historia se fue desarrollando un rico culto de María. Como polo opuesto encontramos posiciones en las cuales la madre de Jesús aparecía fuertemente menospreciada.
      ¿Cuál es nuestra postura al respecto? No creemos ni en las expresiones extrañas a la Biblia que dan fundamento a los dogmas sobre María ni reconocemos el culto a María, independientemente de la forma que adopte. Sin embargo no quitamos valor a María, sino que le reconocemos su importancia en la historia de salvación.
      ¿Qué nos dice la Santa Escritura sobre ella, que papel desempeña en la historia de salvación?


                                                        Referencias bíblicas a María

    Ya en el relato sobre la condena divina de la serpiente: "Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el calcañar." Génesis 3:15) encontramos un indicio del nacimiento de Jesús a través de María. La referencia a la descendencia de la mujer nos hace prestar atención. Todos los registros genealógicos del Antiguo Testamento,dan cuenta de la linea masculina; pero aquí, contrariamente, se hace hincapié en la madre. En la Epístola a los Gálatas, nos encontramos con una formulación similar: "Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, hecho de mujer, hecho súbdito a la ley" (Gálatas 4:4). La referencia a la descendencia materna es decisiva en el judaísmo para probar la pertenencia del pueblo judío. El hecho de que el nacimiento a través de una mujer ya fuera redactado por el Apóstol Pablo en forma de una especie de fórmula de credo o confesión de fe, destaca que Jesús realmente fue hombre. En el artículo 2 de nuestra Confesión de fe nuevoapostólica se formula de manera expresa que María era virgen cuando dio luz a Jesús: "Yo creo en Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, nuestro Señor, concebido por el Espíritu Santo, nacido por la virgen María..."
  Del Antiguo Testamento conocemos a otras mujeres destacadas que engendraron hijos a través de un milagro: Sara, la mujer de Abraham, engendró a Isaac cuando ella tenia 90 años de edad. Anna, que era estéril, dio luz a Samuel. En este contexto vale la pena comentar el canto de alabanza de Anna (comparar con 1 Samuel 2: 1-10), que en cuanto a la impresión que causa puede ser considerado un testimonio de gracia y de santidad divinas, comparable con la alabanza de María, que ya ofrece una visión de la santidad que vendrá en Cristo: "Y dará (el Señor) fortaleza a su Rey, y ensalzará el cuerno de su Mesías" (1 Samuel 2:10; comparar con Lucas 1:46-55). El más grande de todos los milagros de nacimiento fue que María quedase embarazada a través del Espíritu Santo sin cohabitar con un hombre.
   En cuanto a las expresiones proféticas sobre la particularidad de que Jesús naciera de una virgen, encontramos el testimonio del profeta Isaias al que hace referencia Mateo: Por tanto el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y parirá un hijo..." (Isaias 7:14; comparar con Mateo 1; 22-23). La terminologia hebrea no distingue entre "virgen y joven mujer". En la traducción al griego, la Septuaginta, se utiliza la inequívoca palabra "virgen". En este sentido también la utilizan tanto Mateo como Lucas en sus respectivos evangelios. Por ende, no es admisible discutir el parto de una virgen argumentando con el doble sentido del término hebreo.


                                                       María y el nacimiento de Jesús

"Adoración de los pastores" (Gehard van Honthorst, 1622)
         Mientras Marcos y Juan no dan cuenta de las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús, en los Evangelios de Mateo y de Lucas encontramos testimonios del milagro del nacimiento, que elevan a María por encima de todas las figuras bíblicas femeninas.
    El Evangelio de mateo dice: " Y el nacimiento de Jesucristo fue así: Que siendo María su madre desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu santo." (Mateo 1:18). Lo esencial en Mateo es la prueba de la importancia que reviste este suceso para la historia de salvación: " Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo:..." (Mateo 1:22).
     Cuando se relata la adoración de los Reyes magos, María también es mencionada:"...y vieron al niño con su madre María..." (Mateo 2:11), José por el contrario, no es citado. María cargó con el difícil camino que separaba Nazaret de Belén; con ello se cumplió la promesa de que Jesús nacería en Belén (comparar con Miqueas 5:2). después que Jesús nació, comenzó la persecución de Herodes. María y José huyeron con el niño a Egipto: todos los esfuerzos por Jesús.
   En el evangelio de Lucas se relatan en forma pormenorizada el anuncio del nacimiento de Jesús, el tiempo de gestación y el nacimiento propiamente dicho. El ángel habla a María, la saluda como "muy vavorecida" (y la que ha hallado gracia") y le anuncia que ella concebirá al Hijo de Dios. Las palabras de María en el sentido de: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mi conforme a tu palabra." (Lucas 1:38) muestran que ella se sometió con humildad a la voluntad de Dios.
   El  Evangelio de Lucas da cuenta de una conexión entre el nacimiento de Jesús con una promesa del Antiguo Pacto. Cuando Sara puso en duda la promesa dada a Abraham, cuestionandola por su avanzada edad, el Señor habló a Abraham y le dijo:" ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volverá a ti, según el tiempo de la vida, y Sara tendrá un hijo" (Génesis 18:14).
 De boca del ángel oímos practicamente las mismas palabras, cuando María le preguntó como quedaría embarazada si no conocía hombre alguno: "Porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lucas 1:37) Un pequeño pero significativo detalle, porque en este paralelismo vemos como se cierra el círculo que va de Abraham, a quien le es dada la promesa de un descendiente a través del cual serían bendecidos todos los pueblos, hasta Cristo, a quien se refería y con quien se cumplió (comparar Gálatas 3: 15-19). Y en ambos casos se da de manera que las leyes naturales se dejan sin efecto y se manifiesta que Dios es todopoderoso.
Lucas relata la visita de María en casa de Elisabet con lujo de detalles. Ésta también esperaba un
hijo que fue Juan el Bautista. Cuando Elisabet oyó el saludo de María el niño en su vientre saltó de alegría. Embargada por el Espíritu santo, Elisabet honró a María  como la bienaventurada: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.¿Y de donde esto a mi, que la madre de mi Señor venga a mí?...Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor" (Lucas 1:42-45). ¡Encontramos que Elisabet,de avanzada edad, hablaba con muchisimo respeto a la jovencita María! En el cántico de alabanza que sigue, conocida en general como "Magnificat" (un himno con citas del Antiguo Testamento); María alaba a Dios,
quien la ha elevado de la bajeza; "Engrandece mi alma al Señor, y mi Espíritu se alegró
 en Dios mi Salvador, porque ha mirado a la bajeza de su criada; porque he aquí,
 desde ahora me dirán bienaventurada  todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes
 cosas el Poderoso; y Santo es su nombre" (Lucas 1:46-49).  A partir de ello queda de manifiesto, que María adoptó una postura de gracia especial.
  Cuando después del nacimiento de Jesús, los pastores salieron en busca del niño con María y José, ellos relatan lo que los ángeles les habían anunciado acerca del niño. Todos se sentían sorprendidos porque"... María guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón" (Lucas 2:19). En este mismo contexto recordemos lo expresado por Cristo, cuando una mujer del pueblo elevó su voz para alabar a María como bienaventurada: "Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan" (Lucas 11:27-28).


                                                       María señala a Cristo

     En el primer milagro que Jesús llevo a cabo en las bodas de Caná, María también estuvo presente: "Y al tercer día hicieronse unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fue también llamado Jesús y sus discípulos a las bodas" (Juan 2:1-2). Cuando María le comunicó a su hijo que se había acabado el vino, el replicó: "¿Que tengo yo contigo, mujer? Aun no ha venido mi hora". Entonces, María aconsejó a los sirvientes: "Haced todo lo que os dijere" (versículos 4:5).
    El relato bíblico pone de manifiesto el papel que asume María a partir del momento que Jesús comienza a actuar en su encargo divino; ella señala la necesidad de que sus palabras sean obedecidas.
    Jesús había demostrado ya a los doce años que únicamente estaba comprometido con uno solo: su Padre celestial. Cuando María y José lo encontraron en el templo, después de buscarlo durante tres días, les dijo: "¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar? (Lucas 2:49). Ambos no compredieron el significado de esta palabra. Pero se dice de María: "...Y su madre guardaba todas estas cosas en el corazón" (versículo 51).

                                                      María- seguimiento hasta el pie de la cruz

     Entre los pocos que acompañaron a Jesús en su última y difícil hora, también estaba su madre María. Si bien hubiese podido quedar bajo el cuidado de sus otros hijos, Jesús la encomendó al cuidado de su discípulo predilecto Juan. Lo hizo con las palabras: "Mujer he ahí tu hijo. Después dice al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo" (Juan 19: 26-27).
  Una última vez la Santa Escritura da cuenta de María, en los Hechos. La madre de Jesús, una creyente seguidora de Cristo, formaba parte del rebaño de quienes permanecían en Jerusalén siguiendo las indicaciones del Señor y que esperaban que fuera derramado el  Espíritu Santo (comparar con los Hechos 1:4-5; 14). María vivía en la fe de Cristo y era parte de su comunidad. La Santa Escritura nada relata sobre una posición especial. En cuanto a nuestra ponderación de María, nos limitaremos a lo establecido en la Biblia.
   Con alta consideración nos hallamos frente al modelo que nos ha dado María: en la fe, en la aceptación de la palabra divina y como humilde sierva del Señor. Apreciamos a la madre de Jesús como una mujer destacada en el marco de la historia de salvación.
                                                                                                                                  

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