Después de habernos ocupado en el artículo anterior básicamente del tema "Bendición",
contemplaremos ahora la bendición en sus diferentes formas de manifestación en el Servicio Divino y en la fe de cada día.
La bendición en el Servicio Divino
El lugar en el cual la bendición se hace más efectiva y se puede experimentar mejor, es en el Servicio Divino.
En el mismo, la bendición ocupa un lugar significativo.
La bendición es parte integrante de los actos sacramentales.
En el festejo de la Santa Cena, la separación (consagración) de lo consumado en forma de pan y vino, en la cual el Pastor extiende sus manos sobre dádivas, produce la verdadera presencia de cuerpo y sangre de Cristo en los elementos (comparar con 1 Corintios 10:16). La consecuencia de gustar con fe
el cuerpo y la sangre de Cristo es la bendición. En el Santo Bautismo con agua y el Santo Sellamiento, al finalizar la administración del Sacramento se transmite la bendición trinitaria para confirmar la salvación recibida.
La bendición que al final de nuestros Servicios Divinos se hace posar sobre los presentes en forma de un deseo o una confortación, los guarda en la comunión con el trino Dios Más allá de ese encuentro. La mayoría de las epístolas del Nuevo Testamento, finalizan con un saludo de bendición. Nuestra bendición final de cada Servicio Divino ha sido tomada de una de esas fórmulas de bendición y es única en su mención de la naturaleza trinitaria. Ya no se puede comprobar hasta que punto era leído ese texto en las reuniones de los primeros cristianos en un lugar fijo de la liturgia del cristianismo temprano. La Iglesia Nueva Apostólica fue totalmente consciente al elegir como bendición final, en lugar de la bendición aaronita usada frecuentemente en otras congregaciones cristianas (comparar con Números 6: 24-26)., el texto de 2 Corintios 13:14; "La gracia del señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros".
Actos de bendición
Se imparte la bendición para ocasiones especiales; por ejemplo Dios se dirige al hombre en estaciones esenciales de su vida para bendecirlo y regalarle su agrado, su ayuda, gracia y misericordía: Se sirve para ello de portadores de bendición que ha elegido a tal efecto.
Nuestra Iglesia conoce los siguientes actos de bendición no sacramentales:
- Bendición prenatal es dispensada a la futura madre por imposición de manos sobre la cabeza con el fin de capacitarla para promover y cuidar de su hijo en la fe durante el desarrollo prenatal. La bendición también redunda en favor del alma del niño antes de nacer, transmitiéndole a la madre la certeza de que tanto ella como su hijo están seguros en la mano del Señor.
- Bendición para la Confirmación: además de la promesa de protección divina en su camino de la vida, infunde a los confirmantes las fuerzas para vivir conforme a su voto y que dar fieles en la fe.
- Bendición de compromiso: ayuda a la pareja de novios a prepararse para el camino de la vida y la fe que transitarán juntos.
- Bendición de casamiento /Bendición para aniversarios de casamiento: la bendición de casamiento acompaña al matrimonio que se ha casado legalmente en el camino de la vida como una promesa de protección divina y los preserva en amor y fidelidad mutuos.
Las ordenaciones en un ministerio finalizan con la bendición trinitaria.
Mas allá de las de las ocasiones mencionadas, no se imparten otras bendiciones
El desarrollo de los efectos plenos de la bendición comunicada en palabra, depende de la fe del que la recibe.
Aunque la bendición es incondicional en tanto que en ella Dios se brinda libremente al hombre concediéndosela con su dádivas, la salvación contenida en la bendición recién se puede experimentar cuando el hombre corresponde con su fe a la dedicación de Dios.
La relación entre ofrenda
y bendición
En la vida de fe , la bendición esta estrechamente relacionada con la ofrenda. Nuestra experiencia de fe es: nosotros ofrendamos y Dios responde a ello con su bendición. Pero para poder ofrecer a Dios una dádiva, previamente debemos haber sido bendecidos por Él. La Sagrada Escritura muestra que la bendición de Dios estuvo al comienzo de la vida humana: "Y los bendijo Dios (a (Adán y Eva], y les dijo: Fructificad y multiplicaos..."(Génesis 1:28). La bendición de Dios es el fundamento de toda vida.
La bendición de Dios no posibilita que de las dádivas recibidas podamos ofrendar a Dios como nuestro bien Hechor, por amor a Él y por agradecimiento por todo lo que recibimos de Él.
Esta relación de bendición y ofrenda ya salta a la vista en Abraham: después de haber regresado victorioso de la guerra de los reyes, vino Melquisedec, el rey de Salem, un "sacerdote del Dios altísimo", y le dió a Abraham pan y vino, diciendo: "Bendito sea Abraham del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra"; A continuación, Abraham dio a Melquisedec el diezmo de todo (comparar con Génesis 14: 18.20; Hebreos 7:4). Aquí se ve claramente que primero estaba la bendición de Dios: y de ella luego Abraham dio el diezmo.
Exigencia de Dios- promesa de Dios
Nuestras ofrendas son dádivas que corresponden a Dios y que Él puede esperar como el Dador de toda buena dádiva (comparar con Santiago 1: 17). a través del profeta Malaquias, el Señor de Israel una vez transmitió una clara exhortación al respecto: "¿robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En que te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas".
La siguiente exhortación de Dios está vinculada con la promesa de bendición: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abrir´las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Malaquias 3:8 y 10).
De la parábola del fariseo y el publicano se puede deducir que en la época del Nuevo Testamento era sobreentendido traer el diezmo (comparar con Lucas 18:12). esto también lo dejan en claro las palabras del Hijo de Dios según Mateo 23:23.
El juntar dinero como era habitual en las primeras comunidades cristianas, fue calificado por el Apóstol Pablo como una "dádiva de bendición comparando estas dádivas como una ofrenda: "El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (Corintios 9:6-8). Esto también es válido para nuestra ofrenda espiritual; entendemos bajo ella entre otros, la entrega de nuestro corazón, el seguimiento con fe, el amor activo y el negarse a sí mismo.
También está es la promesa de Dios de que Él ve nuestras ofrendas y responderá a ellas. ¿De que depende que esta promesa de bendición se cumpla?
La actitud del que ofrenda
es clave para bendición
El primer informe bíblico sobre la ofrenda es la historia de Caín y Abel.
Caín ofrendaba a Dios de los primogénitos de los frutos de la tierra,
Abel de los primogénitos de sus ovejas y de su grasa.
Luego dice en la escritura: "Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya" (comparar con Génesis 4:3-5). Dios miró dos cosas, no solo la ofrenda sino también el corazón del hombre. De esto podemos sacar la conclusión de que no depende solo de si ofrendamos, sino de manera decisiva de como lo hacemos, con que actitud y por qué motivos. Esto también concluye el autor de la epístola a los Hebreos, quien llama la atención sobre la causa determinante de la diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel: "Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín" (Hebreos 11:4). La actitud del que ofrenda es decisiva para la dádiva encuentre el agrado de Dios e implique su bendición.
De las consideraciones mencionadas resulta evidente que:
Dios puede esperar que le ofrendemos como agradecimiento una parte de lo que hemos recibido de ël más precisamente el diezmo.
Esta vigente el siguiente principio: Dios nos ha bendecido- nosotros ofrendamos por amor y agradecimiento.
"Ofrenda trae bendición" no es la definición de una norma que entra en vigencia automáticamente, sino que hace alusión a una experiencia en la fe: allí donde se ofrenda con fe: la bendición de Dios no falta.
Nadie puede ganarse la bendición o adquirir derechos sobre la misma a través de cualquier tipo de ofrenda.
Bendición terrenal y espiritual
Frecuentemente cometemos el error de que como bendición solo pensamos en favores terrenos. cuando nos va bien, estamos sanos tenemos trabajo, lo suficiente para vivir y una vida familiar feliz, vemos en ello la bendición de Dios. Por cierto, la bendición también puede repercutir de esa forma. Pero no podemos deducir de esto que situaciones difíciles en la vida, como enfermedad, falta de trabajo, pobreza u otras son señales de que uno está privado de bendición de Dios por no haber ofrendado lo suficiente.
Mas decisiva que la bendición terrenal es la espiritual. Al respecto dijo en una oportunidad el Apóstol Mayor Richard Fehr: "La señal del nuevo pacto no es algo así como que Dios bendice en lo material. Eso lo puede hacer si Él quiere. ¡Mucho más importante es que él bendice en lo espiritual!". La bendición espiritual comprende, a modo de ejemplo, la elección para la infancia divina, el reconocimiento de la voluntad de Dios, la participación en el evangelio, el perdón de los pecados, el Sellamiento con el Espíritu Santo, las arras de nuestra herencia para la redención (ver Efesios 1:3-14)., la redención, la vocación como herederos de la vida eterna (comparar con Tito 3:17).