¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

lunes, 16 de mayo de 2011

Cambio y decadencia de valores Parte 2

Valores invariables
Con el trasfondo de nuestro entorno actual, en este capítulo
primeramente echaremos una mirada al cambio de valores,
cada vez más acelerado, tal como se presenta en el mundo occidental.
A continuación comentaremos cuál es la escala de valores aplicable a nosotros
y nos referiremos a la relación existente entre escala de valores y objetivos.
Para finalizar expondremos lo que entendemos como valores perdurables.

Un acelerado cambio de valores
 Siempre hubo cambios de valores. Pero la velocidad a la que se opera el cambio nunca fue tan vertiginoso como hoy en día. Las razones son variadas. Analicemos algunas de ellas. Lo religioso como orientación que esta por encima de la vida cotidiana, va ocupando un valor cada vez menor en la vida de muchas personas. Todas las cosmovisiones posibles han caído dentro del vacío generado. La impresionante velocidad del flujo de información, las posibilidades técnicas que nos permiten acceder a gigantescos volúmenes de información, la creciente diversidad de opinión que incluye el ámbito religioso, Han conducido a que el individuo casi no esté en condiciones de guardar la perspectiva general y procesar mentalmente todo lo que incorpora.
      Una fuerte influencia parte de los medios masivos de comunicación. Por un lado estos reflejan simplemente el cambio de valores y por la otra, contribuyen activamente a que se produzca. Están a favor de la mayoría de las calles de una sola  mano, se incorpora lo que otros componen, acompañado con imágenes, sonidos y comentarios. A través de la creación de programas y de la confluencia de otros medios, para los formadores de opinión existen posibilidades tan amplias y tan rápidas como nunca antes para influir en las masas. Las opiniones de las minorías pueden ser rápidamente difundidas y ser presentadas como importantes, por el solo hecho de constituir material de discusión habitual en rondas de discusión (talkshows). En días de semana normales, los cuatro canales de televisión más importantes de Alemania emiten 12 (!) programas de debate, a los que se agregan algunos programas llamados ;Magazinsendungen (informativos periodísticos), que muchas veces solo son una mezcla de reportajes cortos) y comentarios superficiales. Si fuésemos conscientes de ello, nos protegeríamos de creer ciegamente en los medios. Si el tema del debate fuese la Iglesia Nueva Apostólica, con el trasfondo descripto no podemos esperar que el moderador se ocupe de estudiar profundamente la doctrina antes del programa. Cuando el rating representa un valor más elevado que la objetividad de la información, el contenido de verdad suele quedar en el camino.
  A través de la conducta de las personas públicas y a través de presentaciones en los medios también se suelen establecer modelos de conducta, que después se consideran normales, pero que hace pocas décadas hubieran generado rechazo. Los tabúes prácticamente han desaparecido.¨La tentación de extralimitarse siempre un poco más, de avanzar a lo más profundo de los abismos del instinto humano, en muchas oportunidades suele conducir al tedio y a la indiferencia.
    El individualismo favorece al egoísmo. Las ventajas personales quedan por encima de los intereses generales. Si engañar a las compañias de seguros o defraudar al fisco en realidad no perjudica a las personas individualmente, entonces, por qué tomarlo muy en serio... Este razonamiento también prueba el desmoronamiento de los valores tradicionales tales como la honestidad y el sentido de comunidad. De ninguna manera pretendemos pintar la situación de blanco o de negro nada más, presentando toda nuestra época actual como dramática y terrible. A la larga, en la tendencia del cambio de valores subyace el peligro de desconocer también los valores establecidos en el evangelio como orientación irrevocable.

              Escala de valores- Orientación de objetivos
   Nuestro Apóstol Mayor ha retomado el tema del cambio y/o degradación de los valores en un servicio Divino para jóvenes, como un fenómeno propio de este tiempo. ¡También entre nosotros...hay valores que no se deben deteriorar! ¡Mantengámoslos en alto! Son los valores fundamentales del evangelio. Y se trata de mantener en alto el evangelio...
En la Obra de Dios debemos permitir cierto ejercicio de la autoridad... y por ello en la Obra de Dios no se debe producir ningún deterioro de la misma. El ministerio y el altar
deben permanecer santos y ser mantenidos en alto...Los peligros de nuestro tiempo son la humanización del ministerio y la minimización del altar...En la Obra de Dios debemos profesar la comunión... ¡Si en tu vida particular apuntas en un u otro aspecto a cierto individualismo, es tu asunto personal, pero en cuestiones de fe lo esencial es la comunión! ¡Perseveremos en lo que Dios nos ha dado...si queremos alcanzar la meta de todas las metas!; (día de la juventud en Stuttgart, 1998).
   En estas palabras encontramos algunas expresiones importantes sobre nuestra escala de valores: el evangelio es santo para nosotros. Vivimos de acuerdo a la doctrina de Jesús; lo que el Señor ha ofrecido es para nosotros el parámetro de valores más absoluto. Reconocemos la autoridad divina del evangelio. En la comunión con los Apóstoles del Señor nos dejamos preparar para la segunda venida el Hijo de Dios. El individualismo puede ser la preferencia de algunos en la esfera privada, pero no debe hacer daño; sin embargo, en cuestiones religiosas la comunión en la iglesia de Cristo conserva su elevado valor. Esto también significa que no nos preparemos convicciones en la fe individuales, ;autoideadas. La doctrina de Jesús no es un juego para armar, del que todos podamos sacar la pieza que más nos gusta. Es más bien para todos nosotros, una escala de valores obligatoria, cerrada en sí misma.
A partir de esta escala de valores se deriva nuestra meta en la fe: la comunión eterna con el Dios Padre y su Hijo. En la vida cotidiana ya resulta necesario fijarnos prioridades para alcanzar las metas que perseguimos. Tomemos como ejemplo la educación para acceder a una profesión altamente calificada, tal como la de médico. Un objetivo de profesión como este nos fuerza a sacrificar tiempo libre, a dedicarle tiempo y esfuerzo. Y el sacrificio vale aún más cuando se trata de la "meta de todas las metas" el día de Cristo: Si lo queremos alcanzar, no debemos dejar que el azar dirija nuestras acciones, sino que las cosas deben ser sopesadas entre sí. En pos de nuestra meta es necesario relegar lo carente de importancia o secundario, y evitar lo contraproducente.
   La orientación en los objetivos también ofrece paz interior. Si bien se incorpora algo de lo que sucede a nuestro alrededor y que genera intranquilidad interior a muchos, es posible manejarlo. Para hacerlo nos orientaremos en la sabia palabra que dice: Quien persigue un fin elevado, aprende a sostener el timón con calma, sin preocuparse que los elogios y las críticas salpiquen por encima de la quilla.

                 Valores perdurables
Nuestra escala personal de valores no se restringe a las circunstancias ocasionales de la vida; nuestra mirada también termina en el fin de nuestra existencia terrenal. Más bien siempre tenemos en cuenta el futuro que seguirá a nuestra vida en la tierra. La cuestión sobre lo que es importante además de ello, conduce al reconocimiento de que todo lo terrenal transcurre. La seguridad y la orientación que permanece sólo se encuentran en lo divino.
  El Señor Jesús iluminó este hecho en la parábola del rico insensato, cuyo campo había producido una cosecha extremadamente buena. Había tantos frutos, que sus graneros no alcanzaban. Entonces se propuso la construcción de graneros nuevos y más grandes para reunir allí sus bienes y su cosecha. Se imaginaba una buena y cómoda vida para el futuro. El Señor Jesús terminó la parábola con las siguientes palabras: Necio esta noche  vuelven a pedir tu alma y lo que has prevenido de quien será? Así es el que hace para si tesoro y no es rico en Dios (compárese Lucas 12,16-21). Todos los bienes terrenales representan valores, que al momento de la muerte del propietario pierden su valor. Si bien el valor de los bienes en sí mismos subsiste, éstos pasan, a ser propiedad de otros. Jesús exhortó a sus escuchas a perseguir valores eternos, a tomar los recaudos para una vida después de la existencia en la tierra: ;...haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe; (Lucas 12:33).
   Mientras todos  los valores adquiridos van cambiando, la palabra del Creador queda  en firme: Porque yo Jehová, no me mudo (Malaquías 3:6). El Dios trino es eterno; lo que parte de él, perdura. De su palabra, Cristo dijo: El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán (Mateo 24: 35).
        También el Apóstol Pablo escribió acerca de valores perdurables: Y ahora permanecen  la fe, la esperanza y la caridad, estas tres empero la mayor de ellas es la caridad. (1 Corintios 13:13).
    En el día de Cristo se manifestará el elevado valor que tiene nuestra fe. Sostengámoslo en alto a pesar de todo ataque para que la fe sea ... mucho más preciosa que el oro, el cual perece; y alcancemos la meta de la fe: que es la salud de vuestras almas  (compárese 1 Pedro 1:7-9). A través de la fe, Cristo habita en el corazón de los renacidos. Esto fundamenta el valor de nuestra esperanza:... que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria (Colosenses 1:27)
   La mayor importancia entre todos los frutos del Espíritu Santo se le otorga a la caridad o amor. Este es expresión y el concepto mismo de la esencia divina. El amor que Dios nos profesa a nosotros, sus hijos, ha sido definitivamente establecido lo vivimos renovadamente, todos los días. Ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo (compárese Romanos 5:5). A partir de nuestra experiencia, estamos en condiciones de reconocer:  Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él.; (Juan 4:16). Retribuir el amor a Dios el Padre y a Jesucristo es nuestra función más elevada en la vida. De ello se desprende la intención de actuar según su voluntad. Coloquemos a Dios en el primer lugar de nuestra vida, entonces el evangelio de Cristo será lo determinante. El mismo Jesucristo dijo que debemos subordinar todo lo demás al amor hacia él: El que ama padre o madre más que a mi, no es digno de mí; y el que ama hijo o hija más que a mí,no es digno de mí.Y el que no toma su cruz, y sigue en pos de mí no es digno de mí (Mateo 10:37-38).
Ni días cómodos, ni el mayor gozo posible en esta tierra: nuestra meta en la vida es estar eternamente con el Señor.
En el día de Cristo seremos arrebatados de la tierra para vivir eternamente con Dios.
Por ende, también ajustamos nuestra escala de valores en pos de ello. La consecuencia será amar a Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas, amar al prójimo como a nosotros mismos, evitar el pecado y actuar según la palabra de Dios. Aunque cambien algunas cosas en nuestra vida, aunque cambien las ideas de valor en cuestiones transitorias, algo debe quedar como lo más supremo y lo más seguro: el Dios eterno.