Amados hermanos y hermanas:
A veces me preguntan por qué los dones del Espíritu Santo que se mencionan en 1 Corintios 12: 8-10, no se manifiestan en su totalidad en quienes fueron sellados. En forma tácita se presupone que dones como el "hablar en lenguas", es decir, la interpretación de lenguas desconocidas, o la capacitación de sanar enfermedades son pruebas certeras de la posesión del Espíritu.
A continuación quisiera referirme a esta cuestión. Veamos primero el texto bíblico. Si lo leemos con detenimiento, reconoceremos que el Apóstol Pablo enuncia todos aquellos dones que estaban presentes en la comunidad de Corinto. ¿Por qué lo hace? Lo hace porque en la comunidad probablemente hubiera un grupo que se ufanaba de tener dones especiales del Espíritu Santo. Al ufanarse, probablemente destacaran la importancia del hablar en "Lenguas". El Apóstol discute con dichos miembros de la comunidad y llega a una valoración ciertamente crítica.
Al don de "hablar en lenguas", que probablemente sea el más espectacular junto al don de sanar, el Apóstol pablo lo caracteriza como un don que sólo fortaleze y enriqueze
a quienes lo poseen, mientras que la comunidad y también los que no se han convertido a Cristo se quedan con las manos vacías. Por eso, el Apóstol reclama que cada"hablar en lenguas" requerirá de una interpretación para comprenderlo.
El Apóstol Pablo compara el don de lenguas con el discurso profético. Este no sólo es un discurso que revela el futuro, sino que está relacionado con el testimonio del poder y de la importancia de Jesucristo, en el pasado el presente y el futuro de la historia de salvación. El discurso profético ha de fortalecer a la comunidad en su fe, porque en él se habla sobre los anunciados centrales del evangelio. Este discurso profético, subraya el Apóstol es importante y no es como "hablar en lenguas" , pues no corre el peligro de que no se le comprenda.
El discurso profético es un don del Espíritu Santo que también nos ha sido dado a nosotros. Se muestra cuando hablamos seriamente y llenos de convicción sobre Jesucristo, nuestro Señor y fundamento, base de la salvación. El discurso profético es perceptible allí donde estén en el centro la importancia de la muerte, la resurrección, y el regreso de Cristo. También se hace visible cuando hablamos sobre la importancia del ministerio de Apóstol en el tramo actual de la historia de salvación.
En relación a los dones del Espíritu, el Apóstol Pablo también señala la posición central que ocupan la fe, la esperanza y el amor. Estos son seguramente los dones más nobles del Espíritu, en los cuales queda en claro, por sobre todo, la verdadera posesión del Espíritu: