¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

martes, 13 de julio de 2010

La historia de salvación -Tiempo de paciencia divina.

 Toda la historia de salvación es, en el fondo, una señal de paciencia divina.
Se muestra en el posponer la corrupción anunciada y, al final, en la salvación
piadosa por un lado y también en la comparecencia ante el juicio por el otro.
en 2 Pedro 3: 7-9 se expone que el cielo y la tierra están reservados para el
fuego, "guardados... en el día del juicio. (...). El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros,
no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento".
En la antigüedad Dios tuvo paciencia con su pueblo escogido y no permitió que se produjera su exterminio: Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía
la reprimire para no destruirte" (Isaias 48:9). En este pasaje se expresa con un discurso también humanitario una experiencia divina fundamental del Antiguo Testamento: al pueblo infiel, Dios le opone su fidelidad y le concede espacio para el arrepentimiento,
la posibilidad de volver atras. La ira "diferida" significa mantenerlo
protegido del juicio divino.
Desde entonces, el pueblo de Israel vive de la paciencia divina. Echemos una mirada a los tiempos en los cuales los israelitas fundieron el becerro de oro y por ello se encendió la ira de Dios:
Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos.
No quisieron oír, ni se acordarón de tus maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz, y en su rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira
y grande en misericordia, porque no los abandonaste.
Además, cuando hicieron para sí becerro de fundición y dijeron: Este es tu Dios que te hizo subir de Egipto: y cometieron grandes abominaciones, tú con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto" (Nehemías 9:16-19; comparar también con Salmo 86:15).
Desde el punto de vista del nuevo pacto, toda la historia de Dios con el hombre hasta la muerte en sacrificio de Jesús en la cruz se presenta como un tiempo de paciencia, en el cual Dios otorgó prórroga para los pecados cometidos hasta ese momento; "
A quien (Jesucristo) Dios puso con expropiación
por medio de la fe en su sangre para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús..." (Romanos 3:_ 25-26).
Con la llegada de la salvación en Jesucristo, la paciencia divina, que hasta ese momento cubría los pecados, es superada por la gracia emanada del sacrificio de Cristo: recién ahora, el pecado es saldado.
Ahora se trata de aceptar al Hijo de Dios en la fe.
También para ello el Dios de Israel todavía tiene reservado un tiempo de paciencia, algo que Jesús pone de manifiesto: "Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no la halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo;
córtala: ¿ para qué? inutiliza tambien la tierra!

 
Él entonces respondiendo, le dijo: Señor,
Déjala todavía este año, hasta que yo cave
alrrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto,
bien; y si no la cortarás despues" (Lucas 13: 6-9).

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