Lo que hoy creemos, un día será contemplación

  
    El domingo 16 de febrero de 2003 realicé un Servicio Divino en la comunidad Mine Church.

Como palabra bíblica utilicé Isaías 54:10 y el coro cantó el himno: "Heavenly Father send Yhy blessing" (Padre Celestial, danos tu bendición). Mientras el director del coro dirigía, una hermana pensaba"Como me gustaría que el fallecido Apóstol Shadreck Mikandu dirigiera este himno. Se oiría muy hermoso y me emocionaria de tal manera, que sentiría un escalofrío".
Mientras pensaba esto, de pronto vio al Apóstol fallecido, dirigiendo el coro. Como no podía darle crédito a sus ojos, los cerró por un instante. Volvió a mirar el coro y el fallecido Apostol Mikandu seguía dirigiéndolo. De nuevo cerró los ojos y se pellizcó el brazo porque creía que estaba soñando. Pero al volverlos a abrir, el Apóstol aun seguía allí.
   La hermana veía lo que había deseado: el Apóstol Mikandu como director.
Para ella, esta fue una bella experiencia. Pero tener fe no significa que todo se desarrolle según nuestros deseos y que de inmediato obtengamos pruebas visibles.
Vivimos en un tiempo de gracia y de nosotros se espera que creamos que la palabra de Dios es verdadera y que sus caminos son los correctos, aunque por el momento no se nos develen ciertas cuestiones. Aunque no podamos ver, deberíamos aceptar y creer en la palabra.
El resucitado dijo a Tomás:"... bienaventurados los que no vieron y creyeron" (Juan 20:29).
    Muchas personas actúan según los dictados de un antiguo proverbio, que dice literalmente: "Solo creo en lo que veo". Primero quieren ver y después creer: Por el contrario, nosotros nosotros queremos creerle a Dios y aceptar sus caminos.
   Cuando haya llegado el tiempo, veremos a Dios tal como es y seremos semejantes a Él. Esta es la gloria que se le asigna a quienes perseveran en la fe y en el seguimiento. Seria demasiado tarde creer en Dios, recién después de haberle visto. Pues si,esta seria una postura muy poco inteligente, porque solo podrán ver y llegar a Dios, quienes hayan creído en Él. Y quien crea en Jesucristo y en el envió de sus Apóstoles, hará todo por la salvación del alma: escuchar la palabra de Dios, aceptarla atesorarla y actuar en consecuencia.
   Toda persona, ya sea siervo o hijo de Dios, que quiera alcanzar salvación, que se concentre en llegar a ver desde la fe, aplicará los dones que Dios le ha dado para la Obra divina.
Seamos fieles hasta la muerte, así el Señor nos dará la corona de la vida.
 (comparar Apocalipsis 2:10).

Fuentes de fuerzas

   Cuando escuchamos hablar del "reino de Dios" o del reino de los cielos", generalmente pensamos en el reino de Dios futuro. Como humanos no es difícil describirlo en todas sus facetas, es prácticamente imposible. En todo caso lo han intentado hacer, por ejemplo poetas o compositores creyentes que trataron de acercarse a Él de manera verbal o con una percepción sensible. Sencillamente no hay palabras para expresar lo inconparable que será la vida en el reino de Dios en gloria. En el Apocalipsis, Juan describe lo que no existe en el cielo nuevo creado por Dios: "...y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor..."(Apocalipsis 21:4).
Cuando Jesus el hijo de Dios, se refiere al reino de los cielos, también incluye el reino de Dios del presente, el cual crece y será consumado. En la parábola del grano de  mostaza y la de la levadura, describe la fuerza que reside en este reino y en la nueva vida en Dios. De la parábola del tesoro en el campo y de la perla preciosa que eclipsa todo lo  que existe, se hace ostensible que no es suficiente con esperar la creación y evolución del reino de Dios, sino que es imprescindible atenerse a : "Negociad entre tanto que vuelvo".
Para que el reino de Dios pueda conformarse, no solamente tenemos que leer o escuchar hablar , "porque
el reino de Dios no consiste en palabras, sino en virtud" (!Corintios 4:20).
Es importante y valioso que apliquemos la virtud y trabajemos para el Señor. Como hijos de Dios nos debemos esforzar en poner por obra la palabra divina, para que no sea que "así también la fe, si no  tuviere obras, es muerta en sí misma ( compárese Santiago 2:17).
La virtud del Espíritu Santo que vive en nosotros nos capacita para que ya en la juventud realicemos buenas obras y seamos un testimonio de fe viviente.
Con la ayuda de esta virtud divina perseveraremos en la fe, venceremos al mundo y nos esforzaremos por ser dignos para ser aceptados en el día del Señor.
¡Qué fuente especial y productiva de fuerzas es también la alegría en el Señor! al fortalecimiento de la fe.
Equipados con alegría, nuestro trabajo en su Obra es mucho más productivo. Quien carece de alegría, pronto se desanima se vuelve indiferente. La alegría en el Señor es imprescindible para un activar
categóricamente nuevoapostólico.¡José poseía la gran virtud del temor de Dios! Pudo vencer las tentaciones y fue ampliamente bendecido.
Para David, la plena confianza en Dios fue una fuente de fuerzas que lo fortaleció a tal punto  que pudo
emprender la lucha contra Goliat, a pesar que no parecía tener chances de vencerlo.
Si tomamos de todas las fuentes que brindan  fuerzas y permitimos que la virtud del Espíritu Santo obre en nosotros,
podremos decir como el Apóstol Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Mucha bendición, fuerzas y alegría os desea...Walter Schorr