¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

lunes, 1 de julio de 2019

Afirmar la fe






                      En nuestros días, es decir el tiempo previo a la prometida segunda venida de Cristo, el descreimiento va en aumento y la superstición en muchos casos suplanta al mensaje divino; las tentaciones son cada vez más grandes y la duda crece. Acerca de esto y no sin motivo, el Señor Jesús  preguntó: empero cuando el Hijo del Hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?"  Por eso es tan importante afirmar la fe constantemente.

                      En el camino hacia la meta, cada día que transcurre requiere sustancia y fuerza de fe.
          La fe ya fue puesta a prueba al comienzo de la historia de la humanidad. La duda sobre la palabra de Dios desencadenó el primer pecado. Cuando los primeros hombres aceptaron que la serpiente les dijera:  "¿Con que Dios os ha dicho...?",  la duda comenzó a carcomerlos hasta que violaron el mandamiento divino, comiendo del árbol de la ciencia del bien y del mal. Podemos imaginar que el diablo los habrá instigado a comer el fruto prohibido más de una vez, hasta lograr su propósito. Esta táctica la utiliza también hoy: un poco de enojo acá, un poco de desconfianza allá y ya está instalada la inseguridad y la duda. !Por eso la fe tiene que ser afirmada constantemente!

       La primera duda dio lugar a una reacción en cadena. Dios echó a Adán y Eva del edén; desde entonces  el ser humano tiene que ganar el pan con el sudor de su frente y parir sus hijos con dolor. Cuando Caín vio que Dios miraba con agrado sobre Abel y su ofrenda, pero no sobre él y su dádiva, sintió envidia y mató a su hermano. Por primera vez la muerte, como el resultado del pecado, se enseñoreó de los hombres. A a la envidia y el fratricidio, siguió otro pecado: la mentira. Al preguntar Dios por Abel, respondió Caín: "No sé; ¿soy yo guarda de mi hermano?"
    ¡No subestimemos el peligro de la duda! Enfrentemoslo con una fe ferviente y firme. Cuando notemos un atisbo de duda, rechacémoslo en sus comienzos y aferrémonos a la palabra de Dios aun con más firmeza. De esta manera adquiriremos las fuerzas para vencer las tentaciones. Si, como  muchas veces dijera el Apóstol Mayor Walter Schmidt, el temor de Dios es el guardián en la puerta de nuestro corazón, entonces la duda, la superstición y el descreimiento no podrán entrar en él".                          Cuidaremos así, la riqueza maravillosa adquirida en la casa de Dios, su palabra será sagrada para nosotros, el altar estará a salvo, no será tocado por opiniones y pareceres humanos y reconoceremos en los portadores de ministerio, a los mensajeros de Dios que nos fueron dados para bendición y alegría.
      Por la palabra y la gracia recibimos siempre las fuerzas para perseverar en la fe y rechazar las tentaciones. ¡Aprovechemos los Servicios Divinos como el ofrecimiento más valioso para afirmar la fe, participar del perdón de los pecados y tener comunión con el Señor en la Santa Cena.

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