¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

viernes, 28 de junio de 2019

La humildad

 

       Después de un comentario escueto sobre el concepto  "humildad" mostraremos el significado de este término según el antiguo Testamento. A continuación nos referiremos a la humildad de Cristo y finalizaremos nuestra exposición analizando el papel de la humildad en nuestra vida de fe.


                                            EL concepto

       En los siglos previos a Cristo, el concepto  "humildad"  representaba el lugar que se le asignaba a una persona de baja posición social.
Se expresaba en una postura servil y de sometimiento. Mostrar este tipo de humildad en el trato con los demás, hubiera sido denigrante para un hombre libre en la antigüedad. Recién a través de Jesucristo, la humildad fue objeto de un significado de contenido totalmente positivo.
   Hoy en día vemos en la humildad ante Dios una postura con la que una persona expresa su sumisión ante el Creador,su propia inferioridad su supeditación a la misericordia divina.
  así entendida, la humildad no está vinculada en absoluto con el sometimiento o con una postura devota, sino que da testimonio del alto respeto ante la grandeza y el poder omnipresente de Dios y la conciencia de la incapacidad de los seres humanos.
   La humildad entre los hombres radica en apreciar al otro más que así mismo (véase Filipenses 2:3)

                                     La humildad en el Antiguo Testamento.

       En los libros del Antiguo Testamento, la humildad sólo se menciona expresamente e  pocos pasajes. en Proverbios 15:33 dice:"...y delante de la honra está la humildad".

      El profeta Miqueas advirtió: "Oh hombre, él te ha declarado que sea lo bueno, y qué pida de ti Jehová solamente hacer juicio, y amar misericordia, y humillarte para andar con tu Dios." (Miqueas 6:8). Aquí se resume lo más importante; la obediencia frente a la palabra
y la instrucción divina, amor a Dios y al prójimo y humildad frente al Altísimo.  
  La exigencia de la humildad corresponde a la advertencia de soberbia y orgullo:" Abominación es a Jehová todo altivo de corazón" (Proverbios 16:5). Principalmente cuando una persona adquiere notoriedad y poder, ésta debe esforzarse por permanecer humilde para no caer en el peligro de la sobreestimación y de la pedantería. en este sentido leemos en Sirach 3:20-21."...Cuanto más alto estés, tanto más humíllate. entonces el Señor te será propicio. Pues el señor es el Altísimo, y sin embargo hace grandes cosas por medio de los humildes."
    El rey Uzías nos sirve de advertencia ejemplar,que el éxito y el poder son motores de la soberbia y que pueden llevar a que una persona creyente pueda caer. Cuando Uzías de 16 años (también llamado Asarjadón) fuera coronado rey, actuó a beneplácito de Dios. el rey se hizo famoso porque Dios le dió ayuda:... y su fama se extendió lejos porque se ayudó maravillosamente, hasta hacerse fuerte", pero después se dice de él:"Más cuando fue fortificado, su corazón se enalteció hasta corromperse", Uzías entró al templo de Dios para quemar sahumerios en el altar del perfume, a pesar de que esto estaba reservado exclusivamente a los sacerdotes. Y Dios lo castigó con la lepra (compárese 2 crónicas 26).
  Los sucesos se desarrollaron de manera similar con el rey Saúl. Su valoración en una primera conversación mantenida con el profeta Samuel daba testimonio de una postura básica de humildad: "No soy yo hijo de Benjamín, de las más pequeñas tribus de Israel ? y mi familia ¿ no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín?" (Samuel 9:21). Pro su postura no permaneció así. Cuando Saúl, en el intrin reconocido como rey y exitoso como general en combate, actuó contrariando la palabra de Dios después de su victoria sobre los amalecitas, el profeta Samuel se vio obligado a decirle: "Siendo tu pequeño en tus ojos ¿ no has sido hecho cabeza de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?... Por cuanto tú desechaste La palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey" (Samuel 15:17-23). La conciencia de la propia inferioridad se había apartado de Saúl. Y siguió buscando honores para su persona, incluso cuando se dió cuenta de que no podía repeler la sentencia de Dios:" Yo he pecado: más ruégote que me honres delante de los ancianos de mi pueblo, y delante de Israel".
   En el libro de Judit encontramos una bella observación sobre la humildad. Los israelitas estaban en una urgencia provocada por el rey sirio Holofernes. En esta situación, Judit aconsejó lo siguiente: "Por ello debemos humillarnos de corazón y servirle y orar con lágrimas delante de él, para que nos muestre misericordia a su beneplácito; y así como ahora debemos estar de luto por su soberbia para que nos podamos volver a alegrar después de esta desgracia, para que no nos persiga el pecado de nuestros padres que abandonaron a su Dios y adoraron dioses extraños por lo que fueron entregados a sus enemigos y muertos apresados y ultrajados por ellos. Empero nosotros no conocemos otro Dios que solo a él y esperamos con humildad consuelo y ayuda de él" Judith 8:14-16).


                                       Jesús enseñaba  Humildad                                   

    La doctrina y la vida de Jesús muestran una ley del reino de Dios: lo bajo es elevado, lo alto rebajado. La humildad como postura básica del hombre creyente es una condición para ser aceptado por Dios.
          Jesucristo dijo: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón"  (Mateo 11:29). Ser humilde de corazón: la humildad de corazón es más que palabras o gestos externos. es la disposición existente en el interior de cada uno al encarar a los demás y reconocerlos sin condicionamientos.
 Cierta vez, los discípulos preguntaron quién era el más grande en el reino celestial, el Señor les contestó: "De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que cualquiera que se humillare como este niño, este es el mayor en el reino de los cielos" (Mateo 18:3-4).
      En la parábola del del fariseo y publicano, el Señor confrontó la altivez con la humildad:   "Dos hombres subieron al templo para orar: el uno fariseo, en pie: el uno fariseo, el otro publicano. El fariseo en pié, oraba consigo de esta manera: "Dios te doy gracias, que no soy como los otros hombres; ladrones ,injustos. adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo". Mas el publicano estando lejos no quería  ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios sé propicio a mí pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla será ensalzado" (Lucas 18: 10-14).
   Al instruir a sus Apóstoles, Jesús puso en claro que no eran llamados a su servicio como señores,, sino como humildes siervo: "Mas entre vosotros no será así; sino el que quisiere entre vosotros hacerse grande, será vuestro servidor; y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo: Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:26-28)
     Con el lavado de los pies, el Señor resaltó lo que había enseñado a loa Apóstoles sobre la humildad y el servir. El relato en el Evangelio de Juan resalta expresamente, que Jesús ya sabía en ese momento quien sería su delator (compárese Juan 13:3-11). Lavó los pies a todos los discípulos, inclusive a Judas Iscariote, y realizó este servicio bajo del lavado de pies, que en realidad, estaba reservado a los siervos y esclavos, bajo las siguientes pautas: "Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis". (Juan 13:15). esta es una exhortación a la humildad, en cualquier servicio en la Obra del Señor, sin atención al renombre de la persona.

                      
                                  El menosprecio y la elevación de Cristo

         Isaías escribió acerca de Cristo: "He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y ensalzado, y será muy sublimado... despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro , fue menospreciado, y no lo estimamos" (Isaias 52:13;53:3).
 Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se humilló y se hizo hombre, se ha constituido en un ejemplo de humildad inigualable. Soportó toda la deshonra sobre su persona sin ofrecer resistencia alguna: Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores enmudeció, y no abrió su boca" (Isaías 53:7). Muy bien se pudo haber defendido de sus adversarios (compárese Mateo 26:53-54), pero no lo hizo. Más bien se sometió humildemente a la voluntad de su Padre.
      También el apóstol Pablo hizo mención de la humildad de Cristo, expresión del ánimo ejemplar del Señor. Él, quien es Dios verdadero, se colocó en el mismo escalón del hombre y se dejó golpear y escupir por los pecadores. Al respecto podemos leer: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús : El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: Sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló así mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte en la cruz. Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de lo que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra"  (Filipenses 2:5-10).
A su más profunda humillación siguió la elevación de Cristo a Señor por encima de todos a través de Dios os en la resurrección y ascensión.
    

                                 La humildad en nuestra vida de fe
            En nuestra vida de fe, la humildad tiene varios puntos de referencia: por un lado determina nuestra postura frente al Dios todopoderoso y a sus manifestaciones. Por la otra, determina la conducta frente a nuestro prójimo.
La humildad en el ámbito de las relaciones entre personas no significa que no debemos mostrar sumisos, que nos dejemos tutelar por otros y que debamos renunciar a hacernos cargo de nuestros derechos. La humildad significa más bien la disposición a servir a otros con ayuda,a a colocarse al mismo nivel de ellos  (compárese 1 Corintios 9:19-22). La humildad indica respeto antes que tolerancia. El plan divino de redención incluye básicamente a todas las personas: Dios quiere que se ayude a todos y que todos lleguen al reconocimiento de la verdad (compárese 2 Timoteo 1:3-4). Por ello queda vedado mirar a los demás con altivez y condescendencia. La verdadera humildad cristiana excluye  el pensamiento elitista y el orgullo de castas. No e expone porque esta actitud se parecería a la adoptada por los fariseos.
       La conciencia de que nadie logrará su bienaventuranza por iniciativa propia y que el hombre siempre estará sujeto a la gracia de Dios, sin perjuicio de todo su esfuerzo nos deja permanecer en la humildad y nos ayuda a cumplir el requerimiento: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad estimandoos inferiores los unos a los otros: no mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros. Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús (Filipenses 2: 3-4). La humildad que se manifiesta como temor frente al Espíritu Santo  allí donde a este Espíritu se da lugar, para que se despliegue libremente, se expresa en el reconocimiento libre  de envidia de los dones y las prerrogativas del otro (compárese Romanos 12:3) y en elevar la mirada a los siervos de Dios que han sido colocados para bendición. Y además, vale a los siervos de Dios ser conscientes de que no han sido colocados como Señores sobre la fe, sino como ayudadores para la alegría (compárese 2 Corintios 1: 24).
         El Apóstol Pablo dió el sabio consejo: "Unánimes entre vosotros: no altivos, mas acomodándoos a los humildes" (Romanos 12:16). Esto resulta comprensible en el contexto de la advertencia del Apóstol Santiago, de no hacer diferencias por clases sociales entre los asistentes a los servicios Divinos: "Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil, y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar, y dijereis al `pobre: Estate tú allí en pie; o siéntate aquí debajo de mi estrado: ¿No juzgáis en vosotros mismos, y venís a ser jueces de pensamientos malos?"
(Santiago 2:2-4). Nuestra postura básica frente a Dios,nuestro Padre Celestial, se expresa  especialmente  cuando nos aproximamos a Él en la oración. a a través de la posición exterior que adoptamos (orando de rodillas) expresamos que nos inclinamos con adoración y respeto frente a la majestad  de todas las majestades. Esta posición al orar no tiene relación alguna con el sometimiento servil, sino que exponemos a Dios nuestros propósitos y ruegos en una postura caracterizada por la confianza infantil y el amor cordial.          !Así podemos llamar Abba, amado Padre, a Dios! (compárese Romanos 8:15). Si oramos con un corazón lleno de humildad no habrá ruegos improcedentes.
     La humildad como postura básica del corazón creyente frente a Dios incluye la conciencia de la propia incapacidad y de la necesidad de salvación (compárese Lucas 1813-14).
      El apóstol Pedro describió todo el espectro de humildad, advirtiendo a los ancianos a no gobernar por la fuerza al pueblo y a los demás jóvenes a ser sumisos con los ancianos. Y siguió con sus explicaciones: "...y todos sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce cuando fuere tiempo" 
 (compárese 1 Pedro 5:1-6).



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