¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

sábado, 22 de junio de 2019

Consuelo en la Santa Cena


                       EDITORIAL

   Tras el perdón de los pecados siempre oímos la frase: "La paz del resucitado sea con vosotros".
      ¿Puede haber palabras de consuelo más hermosas que estas?
Cuánto consuelo supone esta promesa de paz! El consuelo que parte de la certeza de que el resucitado es vencedor del pecado, del infierno y de la muerte.

Él quebró el poder del pecado y de la muerte. ¡Y yo tengo parte en esta victoria!
LLegará el día en el cual el Resucitado también me conduzca a mí a la Resurrección.
"La paz del resucitado sea con vosotros" también significa: "¡No os preocupéis de manera innecesaria!
He superado al mundo. ¡El poder de mi resurrección sigue obrando!". Cuando celebramos la Santa Cena, anunciamos la muerte del Señor hasta que retorne. Este consuelo que hemos recibido del Resucitado también es maravilloso: en cada celebración de la Santa Cena dirigimos nuestra mirada al Señor que regresará. En cada Santa Cena nos dice: ¡el Señor vendrá pronto! porque el cumplimiento de esta promesa se anuncia en la comunión de la Santa Cena. Quizás se podría pensar que se trata de un consuelo barato. Sin embargo, para nosotros es el consuelo más hermoso. Porque en la celebración de la Santa Cena ya hoy experimentamos la comunión con el Señor.
Allí está Él como el Crucificado, el Resucitado y el que retornará a la que hoy es su comunidad. En la Santa Cena tenemos ferviente comunión en su carne y en su sangre.
 En ese momento nos promete: "No solo he previsto llevarte conmigo cuando retorne, sino que ya estoy aquí hoy y estoy parado junto a tí. Te doy mi cuerpo y mi sangre para la vida eterna". No se trata de enunciados sentimentales. Este es el sentido profundo de la Santa Cena. Experimentemos y sintamos esto cada vez que celebramos la Santa Cena porque el Señor está aquí, está parado junto a mí.
Pienso en tantos hermanos y hermanas que se encuentran sufriendo y en tribulación y a los cuales nadie tiene en cuenta. Soy consciente de que en muchas comunidades hay hermanos y hermanas que necesitan consuelo y cuyo dolor nadie ve. Quizás a ellos también se les ocurra pensar alguna vez: yo no cuento para nada, nadie me ve, soy insignificante. A ellos, el Señor les dice en cada Santa Cena: "No lo olvides: también por ti di mi vida entera.
¡Te he visto, no te he olvidado y te amo, también estoy aquí para tí!".


De un Servicio Divino del Apóstol Mayor


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