¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

lunes, 2 de julio de 2012

La caída en el pecado y sus consecuencias

¿Por qué necesitamos la redención? La respuesta la brinda la Sagrada Escritura.
En el informe sobre la caída en el pecado. La Biblia también nos enseña lo impertubable que es el amor de Dios y el poder de su proeza redentora.

    En el huerto del edén, Adán y Eva debían cumplir lo que les había sido ordenado: " Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo:[...] del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque del día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gn. 2.16-17). Pero la perdición tomó su curso: "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduria; y tomó de su fruto, y comió; y dió también a su marido, el cual comió así como ella" (Gn. 3:6).
                                                  distanciados y apartados
    El hombre transgrede el límite dado por Dios. ¿Por qué? El pensamiento decisivo está en la tentación que lo sedujo: "Seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Gn. 3-5).
Aquí se ven los móviles de las conductas pecaminosas: no querer tener a un Dios por encima suyo, sino ser él mismo (un) Dios, no respetar más los mandamientos de Dios, sino hacer lo que apetece a la propia voluntad y lo que se tiene ganas.
   Así se qiebra la relación inmutable del hombre con Dios. Esto tiene consecuencias significativas para el género humano hasta el día de hoy: el hombre se distancia de su Creador, ya no busca más su proximidad, sino que lo evita. Debe abandonar el huerto del Edén. La separación de Dios se exterioriza por último en la muerte.
                                               Todos y para siempre
   Adán es el arquetipo de la pecaminosodad de todos los hombres. el primer libro de Moisés, Génesis, lo presenta como un crecimiento de los pecados entre los hombres: Caín contrariando la expresa exhortación de Dios, se levanta contra su hermano e incluso lo mata. En algún momento los pecados claman tan poderosamente al cielo, que Dios resonde a ello con el diluvio. No obstante, el género humano sigue siendo arrogante. Esta osadía se ve por ejemplo en la construcción de la torre de Babel.
  Esto trae perjuicios en la relación de los hombres entre sí, así como en su relación con la creación. Después de la caída en el pecado, el hombre conserva la vida penosamente, debe tomar su sustento de la tierra con grandes esfuerzos. La misma creación queda afectada: originalmente todo era "bueno en gran manera" (comparar con Gen.1:31); de allí en más, la tierra y la serpiente fueron malditas. Espinos y cardos muestran el distanciamiento de Dios. En la creación, el hombre ya no encuentra acceso directo a Dios.
   La caída en el pecado trae aparejados cambios en la vida de los hombres, cambios que ellos no pueden volver atrás. Ya no puede regresar por sus propios medios a la condición de no cometer pecados. El hombre y también la creación necesitan la redención. El padecimiento y  la nostalgia por la salvación son expresados por Pablo en las siguientes palabras: "Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" (Ro. 8:21-22).
                                             Amor en la consumación
   A pesar de la desobediencia y arrogancia del hombre, Dios ama a sus criaturas, se ocupa de ellas y las acepta: viste a Adán y Eva con túnicas de pieles que ha hecho para ellos. Y cuando Caín después del fraticidio, teme la venganza, lo dota de una señal que lo protegería.
    El amor de Dios se manifiesta en forma consumada en el envio de su Hijo. Jesucristo viene y triunfa sobre el pecado. A la rebelión y la vanidad del hombre les contrapone la obediencia perfecta de Jesús. Con su muerte en sacrificio, Jesucristo adquiere el mérito por el cual el hombre es liberado de sus pecados. Así el hombre puede vivir en eterna comunión con Dios.

                                             Gracia sin automatismo
    El Apóstol Pablo explica este contexto: "Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos"(Ro. 5:18-19).
   La justificación ante Dios no le llega al hombre en forma automática. Él más bien debe procurarsela con toda seriedad. Dios lo dotó a tal efecto de conciencia, razón y fe. Si el hombre se orienta en Jesucristo, le será accesible la gracia obtenida por el Hijo de Dios.


Resumen
La relación inmutable con Dios se destruye cuando el hombre
 quiere ser como Dios y se torna desobediente al Creador.
 La separación culmina en la muerte. Por su propios medios,
 el hombre no puede volverse a Dios, necesita la redención
 a trávés del sacrificio de Jesucristo.


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