seis a diez, con explicaciones.
El sexto artículo de la fe
Yo creo que el Santo Bautismo con agua
es el primer paso para la renovación del
Hombre en el Espíritu Santo, y que el
bautizado es adoptado en la congregación
de aquellos que creen en Jesucristo y se
profesan a Él como su Señor.
En el sexto artículo de la fe se describe qué significado tiene el Bautismo con Agua: es el primer paso para la renovación del hombre en el Espíritu Santo.
Por el santo Bautismo con agua se elimina la separación que había básicamente entre el hombre y Dios.
Esto acontece porque Dios se inclina hacia el hombre y lo libera del predominio del pecado.
Por su sacrificio en la cruz, Jesús venció al pecado y por el Bautismo Dios permite que el hombre pueda participar de ese sacrificio.
Esto se evidencia en forma directa en que el Bautismo con agua es eliminado el pecado original.
El bautizado es incorporado en la Iglesia de Jesucristo, es decir, se hace cristiano. Lo que vincula a los cristianos es la fe en Jesús como el Cristo y el confesarse a Él como su Señor.
El Santo Bautismo con Agua aún no comprende todo lo necesario para la nueva existencia del hombre ante Dios. Marca "el primer paso para la renovación del hombre en el Espíritu Santo iniciado con el Santo Bautismo con Agua continua al recibir el don del espíritu Santo en el Santo Sellamiento. Sólo entonces el hombre habrá renacido de agua y Espíritu.
El séptimo artículo de la fe
Yo ceo que la Santa Cena ha sido
instituida por el Señor mismo en memoria
del una vez ofrecido, plenamente valedero
sacrificio y de la amarga pasión y muerte
de Cristo. El gustar dignamente la Santa
Cena nos garantiza la comunión de vida
con Jesucristo, nuestro Señor. Es
celebrada con pan sin levadura y vino;
ambos deben ser separados y suministrados
por un portador de ministerio autorizado
por el Apóstol.
El séptimo artículo de la fe se refiere a la Santa Cena: a su institución por Jesucristo, a los efectos que tiene gustar dignamente la Cena, y a que es necesario el ministerio autorizado para separarla y suministrarla.
Primero la Santa Cena es una cena de conmemoración. Jesús mismo exhorta a conmemorar su sacrificio en la cruz (comparar con 1 Co.11:24-25). Se piensa en hechos concretos, así como lo atestiguan los Evangelios: la "amarga pasión" de Cristo poco antes de su crucifixión y su muerte en la cruz. La Santa Cena también es agradecimiento por este acontecimiento único de la historia de la salvación
Asimismo es una cena de comunión: en la Santa Cena están en comunión los creyentes entre sí. Pero recibir la Santa Cena lea "garantiza" ante todo, permanecer en Jesús y mantener la más estrecha comunión de vida con él (JN: 6:51-58)
Para que la Santa Cena pueda ejercer sus efectos en el hombre, es necesario "gustarla diariamente" (comparar con 1 Co.11:27).
Esto se logra, entre otros, por la fe, aceptando el Perdón de los pecados y con un corazón dispuesto al arrepentimiento.
La Santa Cena es celebrada con los medios sacramentales: el "pan sin levadura" y el "vino". Ni bien éstos son "separados", se hace realidad en ellos la presencia del cuerpo y la sangre de Jesucristo.
Pan y vino deben "ser separados y suministrados por un portador de ministerio autorizado por el Apóstol". Esto significa que la presencia del cuerpo y sangre de Cristo en pan y vino sólo es posible cuando el ministerio de Apóstol y los portadores de ministerio sacan el pan y el vino de su uso cotidiano -los "separan"... y pronuncian las palabras de institución: esto no cambia la sustancia del pan y el vino, sino que además se les incorpora el cuerpo y la sangre de Cristo. En el pan y el vino que vemos están ocultos y verdaderamente presentes el cuerpo y la sangre de Jesucristo.
"Suministrar" la Santa Cena significa, en este contexto, hacer accesibles cuerpo y sangre de Cristo a la comunidad, como halla expresión en la invitación para tomar la Santa Cena y al ser distribuidas las hostias consagradas.
Las fuerzas que se reciben con ello, ayudan a superar lo que podría impedir la salvación del alma y permiten crecer en la naturaleza de Jesús. así, la Santa Cena fortalece la fe en Jesucristo, como también la voluntad y la capacidad de seguirle.
El octavo artículo de la fe
Yo creo que los bautizados con agua
deben recibir el don del Espíritu Santo
a través de un Apóstol para alcanzar la
filiación divina y las condiciones previas
para la primogenitura.
En el Bautismo con agua comienza la renovación del hombre en el Espíritu Santo. Pero recién después de recibir el don del Espíritu Santo- el Bautismo con espíritu- el hombre habrá renacido de agua y Espíritu. El octavo artículo de la fe trata sobre esto.
El Santo Sellamiento es la transmisión sacramental del Espíritu Santo. Es el sacramento asignado únicamente al ministerio de Apóstol, esto significa que a través de los Apóstoles es dispensado el don del Espíritu Santo.
El Santo Sellamiento tiene dos efectos: uno presente y uno futuro, efectivo en el retorno de Cristo. El efecto presente de la recepción del don Del Espíritu Santo es la "filiación divina" (comparar con Ro. 8:14-17).
La filiación divina es propia de la situación actual del cristiano que ha renacido de Agua y Espíritu. Con ayuda de los Sacramentos y la debida predica del evangelio, orienta a partir de allí, su vida al retorno de Cristo.
Por el Bautismo con Espíritu, el sellado ha alcanzado las condiciones previas para obtener la primogenitura.
Por consiguiente, si permanece en el seguimiento de Cristo, aspira su retorno y deja preparar en palabra y Sacramentos, formará parte en el día del Señor de las "primicias" que el Señor tomará consigo, hablando en sentido figurado: de los que Él "segará" (comparar con Ap. 14:15). Expresado en otra imagen: estos sellados formarán en el retorno de Cristo la "comunión de los santos" o bien la "comunidad nupcial", que experimentará la unión con el Señor- el "Novio"- y será llevada a la comunión con el trino Dios.
El noveno artículo de la fe
Yo creo que el Señor Jesús vendrá
nuevamente tan seguro como ascendió
al cielo y que tomará consigo a las primicias
de los muertos y los vivos que
esperaron su venida y fueron preparadas;
que después de las bodas en el cielo
regresará con ellas a la tierra,
establecerá su reino de paz, y ellas reinarán
con Él como el sacerdocio real.
Al finalizar el reino de paz, Él hará el juicio final.
Luego Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva
y morará junto a su pueblo.
El noveno artículo de la fe se ocupa de los acontecimientos del futuro. Jesucristo vendrá nuevamente, este es un enunciado central del evangelio. Al comienzo este artículo se refiere a Hechos 1:11: "Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo".
Unido al retorno de Jesucristo va el hecho de que el Señor "tomará consigo a las primicias de los muertos y los vivos que esperaron su venida y fueron preparadas" (comparar con 1 Ts.4:16-17). Las "primicias" son aquellos que alcanzaron la filiación divina, tenían una esperanza viva en la venida del Señor y se dejaron preparar por el apostolado para su retorno (comparar también con el octavo artículo de la fe). Recibirán un cuerpo espiritual, semejante al cuerpo glorificado de Cristo, resucitaran incorruptiblemente y los vivos, que se dejaron preparar para su venida, vivirán el milagro de la transfiguración, sin tener que padecer la muerte del cuerpo.
El arrebatamiento de "los vivos y los muertos" tiene como objetivo la comunión inmediata con Jesucristo, cuya imagen son las "bodas en el cielo".
Las "bodas en el cielo" son de duración limitada. al término de las mismas, Jesucristo se dirigirá a todos aquellos hombres que no hayan tenido parte en este acontecimiento: Él aparecerá con todos los suyos- es decir, la comunidad nupcial, que participó de las "bodas en el cielo"- visible en la tierra, donde erigirá su reino de paz" (comparar con Ap.20:4 y 6). Como "sacerdocio real" (comparar con 1 P. 2:9; Ap.20:6), la comunidad nupcial, cuyo símbolo numérico es el 144.000, tendrá parte e el reinado de Cristo. El evangelio será anunciado entonces a todos los hombres, a los vivos y a los muertos.
Recién "al finalizar el reino de paz, Él [Jesucristo] hará el juicio final". Entonces se verá en toda la creación que Jesucristo es el juez justo ante el cual no queda nada escondido (comparar con Jn. 5:22 y 26-27).
La última frase del noveno artículo transmite una visión de la nueva creación de Dios: "Luego Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva y morará junto a su pueblo". Ap. 21 y 22 se refieren, entre otros, a la nueva creación; será un espacio que contará con la plena presencia de Dios.
Cuando se dice que Dios morará entonces junto a su pueblo, esto se refiere a una forma completamente nueva de la existencia con Dios. la "vida eterna", mencionada al final del tercer artículo.
El décimo artículo de la fe
Yo creo que estoy comprometido a
obedecer a las autoridades mundanas,
siempre que con ello no sean transgredidas
las leyes divinas.
El décimo artículo se distingue radicalmente de los nueve que le preceden. Mientras que el objeto de los nueve artículos es Dios como Creador, el Hijo y el Espíritu Santo, la Iglesia y sus ministerios y Sacramentos, así como la esperanza para el futuro, el décimo artículo se refiere a la relación del cristiano con el Estado.
Es una relación básicamente positiva con el Estado, con las "autoridades mundanas". Esto queda en claro en el concepto de la "obediencia". La vida cristiana tiene lugar dentro de la realidad del estado ejerce efectos positivos en la misma. No obstante, el décimo artículo de la fe no solo promueve la "obediencia"- es decir, la lealtad frente al Estado -, sino al mismo tiempo menciona criterios que justifican esta obediencia:"siempre que con ello no sean transgredidas las leyes divinas". También el estado está sujeto al orden divino. Sus leyes, al menos no deben ir en contra del orden divino, mejor aun es que estén en armonía con éste. La base de esta interpretación
es Romanos 13: 1-7, donde se califica al Estado como "servidor de Dios". esto significa que la voluntad divina, tal como se manifiesta por ejemplo en los Diez Mandamientos, asimismo debería ser un criterio para el derecho público.
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Cuando la voluntad divina y la legislación del Estado se contradicen, tiene prioridad para el individuo la obediencia a Dios (comparar con Hechos. 5; 29). |
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