La ciudad buscada y no desamparada, a la que se refería el profeta Isaías en la antigüedad, es una imagen que representa la comunidad fundada por Jesucristo sobre la roca del Apostolado. Allí está el altar de Dios, allí se reune el pueblo santo, los redimidos del Señor; allí, el Padre Celestial se encuentra con sus hijos, en amor y gracia
El Apóstol Pedro anunciaba: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido..."¿Cúal es el requisito para agregarse a este pueblo santo? No hay otro camino mas que el renacimiento a partir del agua y del espíritu, la aceptación del Santo Bautismo con agua y el Santo Sellamiento. A pesar de enclaustrarnos en un convento, practicar ayuno una vida entera, trabajar y escribir libros piadosos, todo ello no tendría por efecto pertenecer al pueblo de Dios, salvo que se naciere "otra vez",como describía el Hijo de Dios el camino para obtener la infancia divina. Y el Apóstol Pablo remarco; " Y si alguno no tiene el espíritu de Cristo, el tal no es de él":
Para ser un redimido tampoco hay otro camino que el de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Su muerte en sacrificio nos dio la posibilidad de ser liberados, redimidos de la carga del pecado y de los derechos del maligno. El perdón de los pecados en nombre de Jesús es anunciado en el altar de Dios, en su comunidad, en la ciudad buscada y nunca más abandonada.
¿Quién busca a esta ciudad? Los tristes y los necesitados de consuelo, todos los que anhelan la paz, los que buscan santidad y tienen hambre de verdad divina. En el altar del Señor, todos ellos recibirán su palabra y su gracia y, por consiguiente, el consuelo y el fortalecimiento, la paz que el mundo no conoce, la luz y la vida. Del mundo espiritual también acuden muchos a esta ciudad buscada, porque también ellos requieren de las bendiciones en la casa del Señor.
¿Quién querría abandonar esta ciudad, en la que se ofrece tanto amor y tanta gracia? Una ciudad abandonada, ya sea por efectos de una guerra o como consecuencia de una plaga, ofrece una triste imagen, un cuadro tétrico, donde todo se desmorona y está devastado. ¿Pero sobre su ciudad, el Señor sostiene su mano protectora! En ella, la novia de Cristo es preparada para el día de su venida. Qué bello es para los habitantes de esta ciudad, ya saber hoy, que la Jerusalén perfeccionada saldrá a la luz. Por eso hacemos todo, lo que está a nuestro alcance para quedar en esta ciudad, en la comunidad de Cristo.