Una oración poco común
Nuestros hermanos de Kenia también terminan el día con una oración, en familia.
En general primero ora el padre, luego la madre y finalmente los niños. En ese país africano, la asistencia a la escuela no es gratuita, sino que se debe pagar por ella una suma considerable. Un día, una madre nuevoapostólica viajó en ómnibus desde Embu hasta Nairobi, a fin de retirar del trabajo de su esposo, el dinero para la couta escolar que ya vencía.
Esto era observado en secreto por unos ladrones, quienes luego siguieron a nuestra Hermana hasta la casa. Cuando la madre y sus hijos salieron del hogar, los bribones rápidamente se introdujeron en el mismo, buscaron el dinero y lo encontraron, escondiendose debajo de la cama. A su regreso, la madre notó consternada que el dinero había desaparecido. Como era su costumbre, reunió a sus hijos para arrodillarse a orar delante de la cama. uno tras otro expresó una breve oración. Al final, la madre agregó: "Amado Padre Celestial, te rogamos también por los ladrones; seguramente no hubiesen robado, si no fuesen tan pobres".
Los ladrones indudablemente, no esperaban semejante oración. Muy avergonzados, salieron de abajo de la cama,¡Cómo se habrán asustado nuestros hermanos en la fe!
Los intrusos los tranquilizarón, confesando: "Nunca nadie ha orado por nosotros; jamás habíamos escuchado algo así". Devolvieron a la madre el dinero, diciendo: "Usted y sus hijos no sufrirán daño alguno". Luego salieron de la casa y se sumergieron en la oscuridad.