¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

viernes, 18 de marzo de 2011

Nuestra ayuda para las almas del más allá

 Extraído de un Servicio Divino para los difuntos.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo

    El domingo 4 de julio 2010 podremos vivir - por segunda vez en este año - una fiesta muy especial de gracia y misericordia. Miles y miles de almas del más allá, que son allí atendidos y enseñados con amor por los mensajeros y llevados a la fe por medio de la doctrina de Jesucristo, esperan anhelantes el día, en el que podrán recibir en el altar de gracia y del apostolado los Sacramentos de la Iglesia de Cristo. El todopoderoso Dios quiere ver la fe sincera, tanto en las almas necesitadas de la gracia del mundo espiritual, como también en los hijos de Dios  "activos en la tierra,"  Sin fe no funciona nada en la Obra de Dios", ya nos lo ha afirmado nuestro Apóstol Mayor reiteradamente.
Esta ley divina también se ve claramente en el suceso que nos ha sido transmitido de tiempos de Jesús:
      Lázaro había muerto en Betania  (comp, Juan 11). Cuando Marta, la hermana de Lázaro escuchó, que llegaba Jesús, se acercó a él y dijo: "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". A lo que Marta respondió entonces; "Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero".  Pero Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. ¿Crees esto?" (Juan 11:25-26). Cuando Marta pudo admitir: "Sí, Señor, yo creo" Jesús se acercó al sepulcro y devolvió a Lázaro la vida (comp. Juan 11:43.44).
     El apóstol Mayor ofició hace algún tiempo, un Servicio Divino para los difuntos en Cleveland (Ohio/EEUU) que fue transmitido a los lugares de recepción en gran Bretaña, Irlanda y EEUU. Nos alegramos en gran manera, poder transmitiros de ese Servicio Divino parcialmente algunos pensamientos de aquel Servicio Divino:

"Si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida,
 en las tinieblas nacerá tu luz,
 y tu oscuridad será como el mediodía". Isaías 58:10

    Al principio del Servicio Divino el Apóstol de Distrito proclamó la paz del Padre Celestial para la comunidad, para que no pudiera entrar ningún pensamiento perturbador en el alma, y para poder escuchar completamente libres, sin cargas y de forma concentrada, la palabra de la vida.
    Pensamos hoy de forma intensa, aquí y en todas las demás comunidades donde se pueden reunir los hijos de Dios, en la innumerable multitud de aquellos que vegetan sin redención y amargados en las moradas oscuras de la eternidad. A muchos, durante su tiempo de vida sobre la tierra, no les estaba permitido acercarse al altar de Dios, para poder de este modo sentir el gran amor del Padre Celestial. Les queremos ayudar, para que consigan abandonar sus cárceles, para que puedan mirar la luz que calienta y puedan alcanzar la paz y la alegría. Se podría pensar que esto es muy sencillo. Simplemente tienen que respetar la palabra de Dios y obrar según ella, entonces pueden recibir los sacramentos y son libres, ¡Esto es todo! ¡Pero no es tan fácil!
      Muchas de estas almas están atadas por espíritus, y a veces se tarda mucho hasta que se inclinan con humildad ante el Señor y no solamente reconocen sino también emprenden el camino de redención.
La Biblia da un ejemplo concreto. Naamán, el general del ejército del rey Aram, era leproso. Cuando escuchó que el profeta Eliseo podría liberarle de la enfermedad, se encaminó hacia él. Acerca de la forma en que se realizaría la curación, Naamán tenía su propia idea. Él pensó que solamente un echo extraordinario, un gran milagro, podría devolverle la salud. Pero todo ocurrió de otro modo: Eliseo ni siquiera salió de la casa, cuando Naamán se encontraba ante su puerta, y simplemente le comunicó a través de un mensajero: "Ve y lávate siete veces en el Jordán" (2 Reyes 5:10). ¡Esto fue todo! entonces el capitán del ejército se enojó en gran manera: "¿No son nuestros ríos mejores que todas las aguas de Israel?" Enojado se marchó Naamán.
    No fue lo suficientemente humilde; el consejo del profeta le pareció demasiado simple. Sus criados le hablaron y dijeron: "Si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?" - finalmente se humilló Naamán, se lavó en el Jordán y fue limpio (comp. 2. Reyes 5).
    No todos aceptan la ayuda ofrecida. Esto vale también`para el más allá. Queremos hacer como los criados de Naamán y ayudar a las almas en el más allá por medio de nuestras oraciones, para sobreponerse a sus prejuicios y llegar al reconocimiento, que solamente hay un camino que lleva a la gracia y a la redención.
   En el texto bíblico dice: "Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía" (Isaías 58:10). ¿Qué significa esta palabra referida al más allá?  Allí hay desdichados y hambrientos. Queremos que ellos encuentren nuestro corazón, estar cerca de ellos en espíritu y ayudarles para encontrar el camino hacia el altar, donde pueden recibir los Sacramentos.
   Imaginémonos, lo que significa en el más allá estar "Hambrientos": Muchos anhelan...

* El calor. Pensamos en las almas de los niños que nunca han podido ver la luz del mundo. sus padres, que son los responsables de estos seres humanos pequeñitos, ya desde hace tiempo los han borrado de su mente. Nunca han vivido el amor.
Pero el Padre Celestial nunca se ha olvidado de ellos. Nuestros corazones deben estar muy abiertos para ellos, para que puedan sentir el calor y el amor. Otros a su vez nunca han sabido algo acerca de Dios y Jesús. - dejemos que encuentren nuestro corazón para que, llevados por el amor de Cristo puedan llegar al altar de la gracia.

* La luz. Hay almas, que a lo largo de su vida fueron llevadas a confusión por guías religiosos. ¿Qué ocurre ahora, cuando estas almas llegan al más allá? están profundamente decepcionadas y faltas de orientación y no saben lo que hacer y dejar de hacer.- Ellas quieran encontrar nuestro corazón, para que vean la luz celestial y se despierte en ellas el deseo de acercarse al altar, para vivir lo que Cristo ha hecho por amor a ellas.

 * La gracia y el perdón.. Cada día mueren personas maldiciendo, porque su vida se truncó de forma absurda por guerras o accidentes. No les fue permitida una vida normal sobre la tierra. Para ellas no es fácil perdonar, pero ellas quieren ser liberadas de estas ataduras.- Dejemos que encuentren nuestro corazón, para que reciban las fuerzas para perdonar a aquellos que les han hecho mal.

 *La tranquilidad y la paz.. Pensamos en aquellos, que solamente han enfocado su vida a lo terrenal. Ellos no encontraron el tiempo para las necesidades del alma. ¿Qué pasa con ellos, cuando llegan al más allá? No encuentran paz, porque la paz solamente se consigue a través de Jesucristo. No tuvieron tiempo para ello en su vida sobre la tierra. Otros, por sus pasiones, están atados por espíritus, a los cuales habían servido aquí sobre la tierra. Esto no deja lugar para la tranquilidad y la paz.- Queremos serles de ayuda, para que puedan encontrar la tranquilidad y alcanzar la paz anhelada.

 * Si ahora permitimos que los hambrientos encuentren nuestro corazón y saciemos a los desdichados, entonces brillará nuestra luz en las tinieblas. Esto significa, que entonces podremos ser una luz y que también nuestras oraciones son una luz que ilumina las prisiones y les indica a las almas el camino hacia la libertad.
Hasta aquí algunos pensamientos principales de nuestro Apóstol Mayor.

   El domingo día 4 de julio de 2010 oficiaré en Trebaseleghe (Venecia/Italia), el Servicio Divino para los difuntos con la donación de los Sacramentos en compañia de todos los Apóstoles y Obispos de mi área de trabajo este Servicio Divino será también trasmitido vía satélite a toda mi área de actividad. Nos uniremos con vosotros de forma especialmente profunda.

     ¡Os deseo a todos muchas fuerzas y la bendición de Dios para el tiempo que tenemos  por delante!
      Cordialmente vuestro
       Marcus Fehlbaum


Como preparación interior y para el perdón de los pecados
y para la digna celebración de la Santa Cena queremos
 juntos unirnos cordialmente en la oración del hijo de Dios
 con el "Padre Nuestro" (comp. Mateo 6.9-13).
Ahora os anuncio el alegre mensaje: en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo, el hijo del Dios viviente, os son
 perdonados vuestros pecados y la paz del resucitado
 sea con vosotros. Amén.

Así recibid la Santa Cena consagrada adjunta:
¡El cuerpo y la sangre de Jesús son dados para ti! Amén.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
 el amor de Dios el Padre y la comunión del Espíritu Santo
 sea con todos vosotros. Amén.

 Markus Fehlbaum