La alegría de llevar nuestra ofrenda a la casa de Dios a veces suele ser empañada por las dificultades económicas que nos tocan de cerca.
Debemos entonces luchar con los pensamientos que vienen, a separar lo que queremos ofrendar cuando recibimos nuestro sueldo: "¿Podré llegar luego a fin de mes?"
A través de los años, siempre he separado el billete más nuevo para el Señor. A los pensamientos de temor, he respondido interiormente: "¡Dios proveerá" Y hasta aquí no he sido defraudada. A veces Él nos permite vivir hermosas experiencias; puede utilizar para ello el mundo de los ángeles. ¿Puedes creer en su existencia? Mas ellos en ocasiones quizás tomen la forma más extraña.
Así me sucedió una vez. Me desempeño en un lugar donde se atiende a muchísima gente, por lo cual es fácil comprender que estoy expuesta a diversos peligros. Ese día era aún temprano, recien se había abierto la caja, cuando entró un joven vestido en forma un tanto dudosa, con la cabeza cubierta, por lo que estaba yo temiendo algo, como es de suponer. Aquel joven pidió si podía obtener cambio, mostrando un billete; en principio se le contestó que aún no se había recaudado lo suficiente.
Pero ante su insistencia tuve que decidir, accediendo. Entonces dijo que me entregaba ese billete, pero que sólo le prestase cinco pesos, pues era lo que necesitaba en ese momento; luego vendría, más tarde, a retirar el resto. Guardé aquél billete, separándolo, no obstante pasarón varios días, semanas y ese joven nunca regresó.