¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

jueves, 14 de abril de 2011

La pregunta del "POR QUÉ"



¿Por que  Dios lo permite?
Las desgracias personales y las catástrofes mundiales hacen que los hombres duden una y otra vez de la bondad de Dios.
También la Sagrada Escritura analiza este tema, siendo totalmente diferentes las respuestas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Encontramos una doble indicación en el ejemplo clásico de la pregunta del por qué: la historia de Job.
El principio de devolver mal por mal
Uno mismo es el culpable, decían muchas veces los juicios en tiempos
del Antiguo Testamento: cuando las personas debían sufrir, era porque antes habían pecado.
Por lo tanto, la necesidad y la opresión de Israel eran producto de que el pueblo se había distanciado de Dios. Así respondió Jeremias a la pregunta por el motivo de la desgracia: "Y cuando dijeren: ¿Por qué Jehová el Dios nuestro hizo con nosotros todas estas cosas?,
entonces les dirás: De la misma manera que me dejasteis, a mí, y servisteis a dioses ajenos en vuestra tierra, así servireis a extraños en tierra ajena" (Jer. 5:19).
¿A los buenos les va bien, a los malos mal? Ya el profeta mismo tenía sus problemas con esta ecuación (Jer. 12:1): "Justo eres tú. Oh Jehova, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegraré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente?". Semejante contradición llevó al salmista a cavilar: "Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia" (Sal. 73:13).
En los límites del entendimiento
 Padeciendo a pesar de no tener culpa, Job reñia apasionadamente con el estar encadenado a la culpa y la desgracia. el relato se halla incluido dentro del hecho básico de una apuesta entre Dios y Satanas, que muestra que el mal del mundo no proviene de Dios y solo llega tan lejos como Él lo permite.
Job no encuentra explicación para su desgracia y hace responsable a Dios. Al final debe reconocer que el hombre no puede discutir con el Creador, pues las pautas divinas están más allá de los límites de la razón: " Por lo tanto, yo hablaba lo que no entendía. Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía" (Job 42:3). Así la pregunta del por qué pierde significado hasta que Job renuncia a su respuesta.
Al final espera una sorpresa. de repente ya no se trata de cómo justificar los padecimientos de Job. En su lugar, Job mismo experimenta la justificación: Dios se confiesa a quien padece sin culpa alguna. Lo acepta en su posición y rechaza a sus amigos, quienes en sus debates previamente habían insistido en el principio de devolver mal por mal.
En el camino a la superación
El modelo de pensamiento "pecado y expiación" sigue todavía vigente en el tiempo del Nuevo testamento bajo los judíos devotos. Esto queda evidente en la pregunta de Jesús luego de que hubiera acontecido una grave desgracia con varios muertos: "Aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensais que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No antes si no os arrepentís, todos perecereís igualmente" (Lc. 13:4).
Él también rechaza la idea de devolver mal por mal cuando los discípulos lo abordan con relación a un ciego: "Rabí, ¿Quién pecó éste, o sus padres, para que haya nacido ciego?" (comparar con Jn 9:2 y versículos siguientes). "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él", respondió Jesús
 antes de devolverle la vista.
Por tanto, se debe ver en el mal del mundo que el poder del bien es mucho más grande. Vencer el mal es el mensaje central del Nuevo testamento- revelado definitiva y ampliamente en la muerte de Jesús en la cruz-. A raiz de ello, el hombre que sufre ya no tiene que desesperar en Dios. Y así como Jesucristo venció en la cruz el haber sido abandonado por Dios, también el hombre, que se siente solo en la aflicción, se debe saber contenido por Dios.
De esa manera, la desgracia y la aflicción ya no constituyen una amenaza: "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse", formula el Apóstol Pablo (Ro. 8:18). Así también ve el aguijón en su propia carne: "Por lo tanto, de buena gana  me gloriaré más bien en mis debilidades, para que  repose sobre mí el poder de Cristo".
Señales del tiempo final
El Nuevo Testamento, además, ve al mal como una señal de que ha llegado la hora: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá" (Mateo 24:21). Así describe Jesús a los discípulos el tiempo que antecederá a su retorno.
Resumen
Los padecimientos humanos irremisiblemente hacen levantar la pregunta:
¿por qué Dios lo permite? En primer lugar, el Antiguo Testamento ve en la desgracia
  la represalia por los pecados cometidos. El Nuevo Testamento entiende el padecimiento
 de Jesús y los suyos como vencer el mal y como señal del tiempo final.