Josué envió en secreto a dos hombres a Jericó. Ellos debían averiguar cómo podían los israelitas tomar la ciudad. El rey de Jericó descubrió que estos espías se ocultaban en la ciudad.
Los dos hombres posaron en la casa de una mujer de mala reputación. Su nombre era Rahab. El rey le dijo: "Saca a los hombres que están posando en tu casa.
han venido para espiarnos".
Rahab continuó escondiendo a estos hombres a pesar de que corría peligro su vida.
Los había llevado a la terraza de su casa y allí los había escondido. luego de que se fueron los mensajeros del rey ella subió a la terraza y les dijo: "Sé que Dios está de vuestro lado y que os ha dado esta tierra.
Todos aquí son temerosos de vosotros. Hemos escuchado que Dios apartó las aguas del mar Rojo cuando escapaban de Egipto. Yo los ayudé y los escondí. Ahora ustedes deben ayudarme a mí también.
Denme una señal de que dejarán vivir a mi familia, mi padre, mi madre, mis hermanos, mis hermanas, toda mi familia, cuando tomen la ciudad". Los hombres prometieron a la mujer que su familia quedaría a salvo. Luego Rahab los hizo descender con una cuerda por la ventana; su casa se ubicaba directamente en el muro de la ciudad.
Cuando partían, los hombres le dijeron: "Ata esta cuerda roja a la ventana de la cual escapamos y asegúrate de que toda tu familia esté aquí en la casa cuando tomemos Jericó. No les pasará nada". Rahab ató la cuerda a la ventana. Los hombres retornaron con Josué y le contaron lo que había acontecido.
Pocos días después los israelitas iniciaron su marcha hacia Jericó. Los sacerdotes llevaron el arca del pacto hacia el rio Jordán y el pueblo los seguía a cierta distancia. Cuando los sacerdotes llegaron al río con el arca del pacto, vieron que el río se había desbordado. Pero tan pronto como pisaron las aguas éstas se retiraron, tal como había dicho Josué. Los israelitas pudieron cruzar sin mojarse. Luego Dios le dijo a Josué:
" Doce hombres, uno de cada tribu , deben tomar una piedra del Jordán". Los israelitas tomaron doce piedras del río y las colocaron en el lugar del cruce como recordatorio del milagro que había acontecido.
Jericó parecía ser una ciudad fuerte, fortificada. nadie podía entrar o salir de ella.
Dios le dijo a Josué: "Coloco a Jericó con su rey y sus soldados en tus manos. Marcharás alrededor de la ciudad con tus soldados durante seis días. Siete sacerdotes con siete trompetas guiarán el camino, seguidos por el arca del pacto, y detrás los soldados. En el séptimo día darás siete vueltas a la ciudad y los sacerdotes harán sonar sus trompetas. Todas las personas entonces emitirán un poderoso grito de guerra. Caerán las paredes de la ciudad y podrán tomarla". Los israelitas marcharon alrededor de la ciudad durante siete días. En el séptimo día el pueblo emitió un poderoso grito, las paredes cayeron y los israelitas marcharon dentro y conquistaron la ciudad, dando muerte a todo el pueblo y a los animales.
Sin embargo, Josué le dijo a los dos espías: " Vayan a la casa de Rahab. Protéjanla a ella y a su familia, como le habeís prometido". (JOSUÉ 2-6)
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