¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

jueves, 11 de noviembre de 2010

¡CABO DE LAS TORMENTAS O CABO DE BUENA ESPERANZA?


Ciudad del Cabo, la ciudad en la cual se reunieron los Apóstoles en Pentecostés de 2010, se encuentra en el Cabo de las tormentas o Cabo de Buena esperanza.
        Durante el invierno, las tormentas azotan el territorio del Cabo. Pero a las tormentas intensas suele seguirles una profunda calma. Entonces, Ciudad del Cabo reposa pacíficamente bajo la luz del sol.
     A veces los hijos de Dios atravesamos momentos tormentosos. Al mismo tiempo, vivimos horas en las cuales el futuro se irradia pleno de promesas y nos llena de esperanza. La mejor manera de reaccionar en el sentir de jesucristo ante los vaivenes de la vida es aplicando la palabra. "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc.22:42).
    Cuando nos ocurren cosas positivas, alabamos al Señor y festejamos las horas hermosas.
     Cierto invierno, un Diácono de Ciudad del Cabo que vigilaba la playa realizando su trabajo de policía, divisó a un nadador que las olas del mar arrojaban de aquí para allá. ese día Ciudad del Cabo le hacía todos los honores a su nombre: era una verdadera ciudad de las tormentas. El Diácono se hallaba delante de una difícil decisión: ¿debía arrojarse al agua e impedir que el nadador se ahogara?
     Decidió ofrecer ayuda y saltó al agua. Nunca olvidará la oración silenciosa que elevó a Dios: "¡Señor, ayúdanos a regresar sanos y salvos a la playa!". Su confianza se vio recompensada. Después de un enorme esfuerzo y de momentos de gran preocupación, ambos llegaron sanos y salvos a la costa. Entonces, el Diácono agradeció al Señor por la ayuda prestada. Más adelante aceptó con modestia y humildad la medalla al valor, con la que fue distinguido.
En ese momento, otra vez se sumergía, pero esta vez no lo hacía en corrientes peligrosas, sino en la luz clara del reconocimiento.
    Hace un par de años, los padres de la pequeña Roxy-Lee descubrieron que su pequeña hija prácticamente no reaccionaba a los ruidos. Una serie de pruebas médicas confirmaron sus temores: Roxy-Lee era sorda. Sus padres sintieron profunda preocupación: ¿cómo sería el futuro de su hija? los médicos especialistas propusieron colocar una prótesis en el oído interno de la pequeña. La cirugía propuesta costaba más de 30.000 euros. Los padres jamás podrían solventar esta suma. Depositaron toda su esperanza en el Señor y en sus siervos. Muchos hermanos y portadores de ministerio de lejos y de cerca, incluso de los EE.UU. hicieron donaciones para Roxy-Lee.
     Meses después se pudo programar la primera de dos cirugías. los padres depositaron sus preocupaciones en manos de los médicos y confiaron en la ayuda del Padre celestial. El resultado de la operación fue exitoso, ya que Roxy-Lee ahora puede oir. Los padres se sintieron muy agradecidos.
     La tormenta había pasado y su esperanza se había cumplido. En este tiempo, Roxy-Lee evoluciona bien, igual que otros niños de su misma edad.
     Confiemos en el Señor, tanto en tiempos tormentosos como aquellos en los cuales se cumplen nuestros deseos.   Cecil van der Merve.

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