¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

domingo, 3 de octubre de 2010

¡Palabras!


    Una palabra es un sonido o una secuencia de sonidos, una articulación de sonidos con significado. Desde nuestro nacimiento estamos rodeados de palabras.
Pero a pesar de que nos rodean, con frecuencia ni siquiera las conocemos.
    ¡Cuantas palabras escuchamos y decimos cada día! Algunas las olvidamos, otras están siempre con nosotros. Algunas producen alegría, otras una profunda tristeza.
Algunas nos atan, otras nos liberan. Algunas generan tratados de paz, otras producen guerras. Cada palabra tiene un origen y un significado.
     La palabra de Dios es un lenguaje con significado e importancia eternos.
Nos dice cosas únicas que deberían acompañarnos siempre. Esta palabra no cambia, ya que su origen es Dios, que es verdad. Su palabra contiene sabiduría, advierte, y muestra grandeza; es suprema.
     La palabra de Dios tiene poder creativo: "Sea". Establece un estándar de comportamiento social que nos permite vivir en sociedad: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", Su palabra reconforta: " No temas". Invita: "¡Ven a mí". Pero no todo lo que dice tiene la mejor de las intenciones. La serpiente también habló y tentó a la primera pareja. Hasta el presente sufrimos las consecuencias.
     Pero también en la actualidad oímos la palabra consoladora y amorosa del perdón:
 "Tus pecados te son perdonados". También oímos la palabra de los Apóstoles, de los profetas para el tiempo final. De todo esto podemos hablar.
     ¿Que decimos? Las palabras también reflejan quienes somos: "Habla, para que pueda conocerte", dice un antiguo proverbio. Esto es verdad, pero las palabras también mienten. Por lo tanto tengamos presente la advertencia de Jesús: "¡Los conoceréis por sus frutos!". Las palabras y hechos de una persona son sus frutos!". Sacan lo que hay en una persona. Nuestras acciones se basan en las palabras y pensamientos. Por ende, las palabras se convierten en hechos.
      Estas son palabras que pueden beneficiarnos grandemente y hacer una obra maravillosa en el alma:
       Dios: Creador y nuestro Padre.
       Jesús: el Novio de nuestra alma, que nos insta a una espera expectante.
       Obra de Dios: lo más importante de nuestra vida.
       Apóstoles: mensajeros de Cristo, que nos reconcilian con Dios.
Que estas palabras formen nuestro vocabulario y determinen nuestras acciones.

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