¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

viernes, 8 de octubre de 2010

Brillar de alegría


      A los hijos de Dios también les suceden cosas negativas en la vida cotidiana, que duelen, afligen y pesan, sin embargo tienen motivos para agradecer. Haber sido elegidos por Dios y ser sus hijos: ¿puede haber un regalo de gracia mayor? Si tuviéramos millones y todos los títulos honoríficos, si todos hablaran de nosotros y el mundo nos admirara, todo esto nada sería frente a la infancia divina. Reconocer esto, provee las fuerzas en los contratiempos y brinda una felicidad indescriptible.
          Ya  el salmista David reconoció: "Busqué al Señor, y él me oyó. A él miraron y fueron alumbrados."  Por lo tanto, depende de tener la vista puesta en el Señor. Quien lo puede reconocer en su palabra, en su activar espiritual y en la gracia proveniente del sacrificio de Jesús, es agradecido, permanece en humildad e irradia alegría. También podemos ver al Señor en su servicio angelical.
          Cuántas veces ya fuimos protegidos en situaciones peligrosas y "nos salvamos una vez más". En ello pudimos ver cómo coloca su mano protectora sobre nosotros, nos conduce y nos guía.
También vemos al Señor en el consuelo y la paz. ¿De dónde proviene el verdadero consuelo? ¿ Del activar del Espíritu Santo! ¿De dónde proviene la verdadera paz? No de bien intencionadas conferencias por la paz de esforzados jefes de Estado, sino únicamente de Jesús, el Príncipe de paz, quien dijo a sus discípulos: "Mi paz os doy", y agregó: "No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo".
           Brillar de alegría significa hoy para nosotros, poseer una irradiación apostólica, que proviene de un espíritu feliz.
Siempre tenemos motivos para ser felices. Fuimos sellados, con lo cual poseemos la garantía para la gloria en eterna comunión con Dios y su Hijo. En los Servicios Divinos somos edificados, recibimos la certeza de nuestra fe y la luz necesaria para el camino hacia la meta; en la casa de Dios no son perdonados los pecados, en la Santa Cena vivimos la estrecha comunión con el Señor.
            ¡Queremos brillar de alegría! También en los contratiempos, porque sabemos que no quedará así. Recordemos la aseveración de Jesús: "Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."  Y si alguna vez estamos rodeados de tinieblas, imaginemos el día del Señor, la segunda venida de Cristo. Entonces brillaremos de felicidad y alegría como nunca antes. Cuando en un instante nos sea quitado todo el peso terreno, cuando no exista ninguna injusticia, ninguna enfermedad, ninguna mentira, nada impuro ni feo, sino solamente amor y paz, ¡cómo resplandeceremos entonces de alegría!
(De un Servicio Divino, del Apóstol Mayor)


Amados hermanos y hermanas en el Señor,
Con motivo de mi cumpleaños me han llegado nuevamente innumerables deseos de felicidad y bendición, los cuales me han emocionado en lo más íntimo.
Estas demostraciones de amor y de comunión han alegrado en gran manera mi corazón.
También el saber que diariamente estoy incluido en vuestras oraciones, me da nuevas fuerzas de acción para preceder al pueblo de Dios con espíritu alegre. Os agradezco de corazón por vuestra fidelidad y afecto signados por el amor. El eterno quiera guiar día a día vuestros pasos con su mano benevolente hasta que hayamos alcanzado la meta gloriosa.
Con muy afectuosos saludos vuestro Richard Fehr.


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