¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

jueves, 6 de junio de 2019

Un pequeño aporte


                                    De un Servicio Divino del apóstol Mayor Jean- Luc Schneider


     La cosecha siempre es algo hermoso: algo nace, da frutos y luego puede ser disfrutado o procesado convirtiéndose en una bebida noble, un pan sabroso o una bebida exquisita.

     
       ciertos frutos requerirán de muchos cuidados y paciencia, de mucho esfuerzo hasta       poder ser cosechados. Otros crecerán  sin la intervención de la mano del hombre y sin cuidados, simplemente podrán ser cosechados de los árboles y arbustos.             
 Detrás  de todo ello también está la bendición de Dios. el Todopoderoso, que ha colocado en la creación visible, y que hasta el momento, no ha perdido ni un poco de fuerza.
      

                   ¿ Y qué sucede con la creación que no se ve? 
           También allí está presente la ley de la siembra, de la maduración y de la cosecha.
  Dios edificó  su Iglesia en la tierra. Creó su obra redentora y generó todas las condiciones para que pudiera evolucionar de la manera que Él quería.
                     Permitió que su hijo encarnara en hombre, colocó el fundamento para la redención por medio del sacrificio de su Hijo, dió el ministerio de Apóstol a su Iglesia y los sacramentos que permiten a las personas acceder a la salvación.
Todo esto partió y sigue partiendo de Él.

                         Ahora bien, nos podemos parar a un costado y decir:                                                                            ¡Que bien lo ha hecho el amado  Dios!
                        Sólo nos queda esperar hasta que todo esté maduro para la cosecha.
             
   Por supuesto que también oramos por ello y vamos al Servicio Divino, pero ¿esto alcanza realmente?  ¿Está todo hecho si después del Servicio Divino puedo decir: "esta fue una hermosa prédica y el coro hoy de nuevo cantó de manera tan hermosa ..."?   Me parece que no.
En definitiva, quedándonos con la misma imagen, lo importante es que yo posea la madurez necesaria  para el momento en que se coseche. Pero la madurez  no llega automáticamente. Para lograr la madurez yo mismo debo hacer algo, yo mismo debo trabajar para que crezca la nueva criatura en mí, para que la esencia de Cristo tome cuerpo en mí, para que todos los buenos dones que Dios me dá puedan evolucionar en mí. Este es mi aporte pequeño, comparado con lo que Dios hace no debe ser subestimado.
   
El viejo  "Adán" no puede entrar en el reino de Dios, porque es imposible. Por eso tengo que trabajar en mi persona. Gran parte del trabajo consiste en el cumplimiento del voto que hemos dado al Señor en nuestra confirmación:  "Yo renuncio al diablo y a todo su obrar y ser,," .  No lo hacemos por  que  tenemos temor de ser castigados, sino porque no hay lugar para el pecado en el reino  de Dios.
Porque el pecado impide alcanzar la dignidad, porque las obras del diablo amenazan con cubrir de malezas todo lo bueno que debe madurar.
 
   Por tanto, así como cada individuo debe cargar con su parte de responsabilidad en cuanto a su madurez y dignidad, todos nosotros en comunión también debemos realizar nuestro aporte a la cosecha.
      Nuestra función como comunión, como comunidad que somos, es consolar a nuestro hermano asistir a nuestra hermana, ayudarlos, orar por ellos y servirles de soporte en su esfuerzo por alcanzar la dignidad; también consiste en no perder el valor y la esperanza a pesar de los ataques y del sufrimiento, a pesar de las decepciones. Cuando el momento se apresta para la cosecha, entonces todos damos una mano, nadie se queda de brazos cruzados. Y luego, si además de esto nuestro Padre celestial coloca bendición en este pequeño aporte de nuestra parte, se podrá recoger una exquisita cosecha.
                                                   
Legumbres
 Foto de archivo - 2503646

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