La profecía
En el Antiguo testamento.
El día del Señor, la nueva Jerusalén,
el reino de "paz":
Lo que para nosotros, en el Nuevo testamento, forma parte de la esperanza en el futuro, ya fue considerado por los profetas de la antigüedad.
el reino de "paz":
Lo que para nosotros, en el Nuevo testamento, forma parte de la esperanza en el futuro, ya fue considerado por los profetas de la antigüedad.
Los profetas eligen a los reyes conforme a la voluntad de Dios, les asegura asistencia, predicen victorias o derrotas, les prometen libertad o cautiverio, hasta muerte y perdición. Denuncian los abusos sociales y previenen al pueblo de la idolatría, exhortan al verdadero Servicio Divino y al servicio del hombre: alaban la grandeza y omnipotencia de Dios que ha elegido a Israel como su pueblo.
El profeta, un vidente talentoso
A los orígenes del profetismo remite una pequeña nota incluida en el informe bíblico sobre cuando Saúl fue a buscar las asnas de su padre y se encontró con Samuel.
Saúl había sido enviado por su padre con un criado para buscar los animales perdidos. La búsqueda se desarrolla sin resultados positivos, de manera que Saúl propone interrumpirla y regresar a casa porque su padre podría estar preocupado por ellos. Más el criado aun no quiere desistir y hace otra propuesta: " He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos pues, allá, quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino" (1S. 9:6). ese varón de Dios es Samuel, quien ungirá a Saúl como rey. Aquí en el relato de esa historia se incorpora un versículo en el cual se explica a que se refiere la denominación "vidente" utilizada en el texto bíblico (comparar) con 1S. 9:18-19): "(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta,entonces se le llamaba vidente)" (1 S. 9:9).
El "vidente" y varón de Dios" es evidentemente una persona con dones carismáticos que mira lo oculto en el pasado y el futuro y revela un mensaje divino en calidad de transmisor autorizado a tal efecto. Por su llamamiento, el profeta está capacitado y comisionado para recibir, interpretar y transmitir lo que le es revelado por inspiración divina.
En Israel los profetas se manifestaron en el periodo previo a que Israel se convirtiese en estado independiente, alrededor de mediados del siglo VIII antes de Cristo.
Como se puede ver del relato de la historia de Saúl, los videntes pago mediante, también daban consejos sobre temas cotidianos y realizaban servicios sacerdotales en el culto de los sacrificios. Además de figuras individuales destacadas, también había escuelas de profetas y agrupaciones de profetas que convivian en determinados lugares en comunidades semejantes a las órdenes y que evidentemente a cientos de hombres (comparar con 1R:22:6; 2R.4:4:43).
Entre las mayores figuras individuales de profetas están Elías y en cierto sentido Eliseo, quien había reunido a su alrededor una gran cantidad de hijos o discípulos de profetas. La posición única del "varón de Dios" Elías, que también se manifestó como obrador de milagros y cuyo nombre figura como "Mi Dios es Yahvé", se destaca por el relato de su encuentro con Dios en el Horeb y su ascensión; junto con Moisés figura en calidad de representante del antiguo pacto en el Monte de la Transfiguración siendo testigo de que Jesucristo era realmente el Hijo de Dios. Eliseo, su alumno y seguidor, se revela por los numerosos milagros que realizó (muerte en la olla, 2R 4:40; hierro que floto. 2R.6:5-7; resurrección de un muerto por los huesos de Eliseo, 2 R. 13:20-21) como un profeta que iguala a Elías.
De vidente a profeta escriturario
El núcleo de la profetización de los profetas escriturarios activos antes del exilio babilónico es el mensaje de los males futuros y el juicio que sobrevendrá sobre Israel.
Ya Amós, el mayor de los profetas escriturarios, entró en conflicto con el rey y los sacerdotes del templo porque denunció injusticias, opresión de los pobres, corrupción y libertinaje de los ricos, así como la caída del rey y el imperio en una época de florecimiento económico.
El criador de ganado Amós toma distancia expresamente de los "profetas profesionales" que están al servicio del rey y hablan según sus dichos, señalando su independencia como enviado de Dios al que Dios mismo había encomendado, no estando al servicio de nadie: "Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres. Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel" (Amós 7:14-15).
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