¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

sábado, 29 de septiembre de 2012

El Sermón del Monte. Una introducción


      El Sermón del Monte (Mateo 5-7) probablemente sea el texto más citado del Nuevo Testamento.
  Parecería lo suficientemente versátil como para ser aplicado de muy diversas maneras.
Para algunos es la ley fundamental, la "carta magna" del reino de Dios: para otros. en cambio, es considerado el manifiesto de un principio ético mundano o simplemente una instrucción para una vida exitosa. ¿Que es en realidad? después del comentario de esta cuestión fundamental, se prevé tratar, en posteriores artículos, otros temas particulares que surgen del Sermón del Monte.



                                                 El sermón del Monte malentendido:
                                                 algunos prejuicios
     Desde la ilustración en el siglo XVIII, el Sermón del Monte ha sido algo así como un texto de referencia para los cultos entre los detractores de la religión. En este contexto, los argumentos son esencialmente siempre los mismos: que el Sermón del Monte muestra al verdadero Jesús, no falsificado por el dogma de la Iglesia, esta es una interpretación que posee rasgos más pacifistas, social- revolucionarios o ascéticos, dependiendo del punto de vista de cada crítico. Se dice que muestran al verdadero cristianismo como una doctrina de virtudes comparable con las enseñanzas de Platón (nacido aprox.428 a. C.), de Séneca (nacido aprox. 4 a.C.) y de Epicuro (nacido en 341 a.C.). En ello se muestra el humanismo como el centro de toda religión; y se lo ve como una instrucción para construir un orden mundial justo, etc. Parecería que el Sermón del Monte fuera un texto cuya interpretación es libre, que puede instrumentarse a voluntad, pero cuya grandiosidad nunca podrá ser realmente comprendida.
  ¿De dónde parte esta discrepancia entre el "texto imponente" y la "Armuth" (deficiencia, en términos idiomáticos) de sus intérpretes como diagnostico un cierto Johann Friedrich Wilhelm Arndt (1802-1881), predicador de la corte de Berlin? En primer lugar, analicemos un poco más de cerca el texto bíblico.
                                                Destinatarios y tema del
                                                Sermón del Monte
    Los capítulos 5 a 7 del evangelio de Mateo contienen el discurso de Jesús más importante. Es introducido con las siguientes palabras: "Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo..."Estas palabras revelan el grupo de destinatarios de la enseñanza: primeramente, el Sermón del Monte está dirigido a los discípulos de Jesús, más precisamente, a los Apóstoles. El contexto lo deja en claro, porque los discípulos nombrados en los versículos 18-21 del precedente capítulo 4, fueron después los Apóstoles.
   Más allá de ello, el Sermón del Monte también se dirige a otro grupo de personas: al pueblo circundante. Como tal, debe primero verse el pueblo elegido del pacto, para el cual ha sido enviado Jesús y al cual este debe anunciar en primer término la voluntad de Dios y la salvación. Pero el evangelio de Mateo también permite reconocer que, en definitiva, la doctrina de Jesús y su mensaje se aplican a todos los pueblos ("Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones", Mateo 28:19). El derecho universal de vigencia de la doctrina de Jesús se evidencia, ante todo, en la forma en que Jesús interpreta la ley (dada únicamente a los judíos y vinculante para ellos) y como la vuelve una ley de vigencia general: "Así que, toda las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mateo 7:12) Aquí, Jesús se presenta como el maestro de las leyes y como legislador; el tema del Sermón del Monte es su postura respecto de la ley y la cuestión del carácter vinculante de esta. En muchos casos, de los enunciados individuales puede deducirse si el grupo de destinatarios es más estrecho o más amplio. Así,por ejemplo en los versículos 11 y 12 del capítulo 5  se pone de manifiesto que aquí los destinatarios directos son los discípulos y futuros Apóstoles, que por su reconocimiento sufrirán lo mismo que los profetas del Antiguo Testamento.
                                               Clasificación y estructura
     Al iniciarse el Sermón del Monte encontramos las bienaventuranzas. En su carácter de promesas del tiempo final, representan al mismo tiempo una especie de repertorio de virtudes cristianas. El carácter paradójico de ciertas bienaventuranzas es característico, dado que contradicen, la  experiencia cotidiana: lo que habitualmente significa una desgracia y desventaja, al final se convertirá en felicidad y ventaja: por ejemplo, no serán los poderosos quienes gobiernen, sino los mansos.
    Esta serie de bienaventuranzas finalizan con un buen consejo que puede ser interpretado como palabras dirigidas personalmente a los Apóstoles: "Bienaventurados sois...":Le siguen las palabras alegóricas sobre la sal y la luz, que en forma muy concisa resumen la función de los Apóstoles en el mundo y formulan el carácter universal de su ministerio, que es al mismo tiempo un derecho y una misión. A partir del versículo 17 del capítulo 5, comienza la parte principal, que trata sobre la postura de Jesús respecto de la Ley. En un primer párrafo Jesús asigna nuevas interpretaciones a los mandamientos individuales usando el recurso de la antítesis. Siguen algunas exposiciones sobre las limosnas, la oración y el ayuno, que eran consideradas como expresión de verdadera devoción entre los contemporáneos de Jesús.
    En el centro del Sermón del Monte encontramos el "Padre Nuestro" (capítulo 6: 9-13), que Tertuliano, el gran apologista cristiano de la Iglesia Antigua, describió como un extracto de todo el Evangelio. No solo constituye formalmente el centro de la estructura del Sermón del Monte, sino también es su elemento central en términos de importancia, porque aquí se trata de la relación fundamental que tiene el hombre con Dios, que es invocado como Padre. A ello se conecta un segundo bloque importante de indicaciones que, como el primero, contiene una serie de comparaciones entre la práctica equivocada y correcta de la fe y la devoción. Esta parte principal concluye con la "regla de oro" (Mateo 7: 12) que, como un imperativo de validez general, restringe la Ley a su parte medular, en lo que hace relación de los hombres entre sí. Aquí el Hijo de Dios mismo provee de la interpretación del mandamiento del amor al prójimo (comparar con Romanos 13 9-10). Las exposiciones en el estilo de una doctrina de dos vías, conforman la parte final del Sermón del Monte. Estas enuncian las consecuencias de las dos únicas decisiones fundamentales posibles que puede adoptar el hombre respecto de la voluntad de Dios: salvación para el que hace la voluntad divina y perdición para el que no la haga. El informe bíblico concluye con una descripción de la reacción del auditorio: "Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mateo 7:28 y 29). Estos aspectos totalmente nuevos y diferentes de la doctrina de Jesús se clarifican en las dilucidaciones sobre la Ley, y pasan a ser pivote y punto de anclaje para la idea que los judíos tenían de sí mismos y de la relación que tiene el fiel con Dios. En el Sermón del Monte, Jesús se presenta como el legislador que revela la voluntad de Dios a Israel, dando su interpretación de la Ley Mosaica.

                                             Jesús como maestro de las leyes
                                             y legislador
    Ya el relato introductorio acerca del lugar donde se da el Sermón del Monte, pone de manifiesto que se trata de un suceso de destacada importancia. Los paralelos con el momento en que se dieron las leyes en el monte Sinaí no pueden pasarse por alto: tanto en uno como en otro, una montaña es el lugar de la manifestación divina. Así como Moisés representaba el antiguo pacto con su Ley, Jesús se presenta como el fundador del nuevo pacto, interpretando la Ley con todo su poder y facultades y transformándola en una Ley válida para todos. Los ancianos que acompañarón a Moisés al Sinaí (comparar con Éxodo 24: 1-9) pueden compararse con la figura de los discípulos; y finalmente, en ambos casos, el pueblo es testigo de una manifestación de Dios hasta ese momento desconocida (comparar con Mateo 7:28).
   Jesús se presenta como el que ha venido para  para cumplir la ley y los profetas. El sentido y finalidad de su envío no es la disolución de una Ley declarada inválida, sino su cumplimiento, para lo cual sólo Él como el "nuevo Adán" está en condiciones. Porque únicamente a través del cumplimiento de la Ley, obedeciendo a Cristo, se repara la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19).
   Pero Jesucristo no sólo es el único en cumplir la Ley, sino que también está facultado para interpretarla por el poder que le asiste. "Oísteis que fue dicho a los antiguos...Pero yo os digo..." (Mateo 5:21-22). Al revelar Jesús el punto central detrás del texto de la Ley ("Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" Mateo 5:28), le queda claro al hombre que no está en condiciones de cumplirla. Quien, como los fariseos, crea que cumpliendo los mandamientos al pie de la letra ha cumplido la Ley, comprueba ahora que también la viola constantemente. Por su interpretación de los mandamientos, Jesús le quita apoyo al orgullo judío por su Ley como camino de salvación y parámetro de la justicia y, por ende, sacude el corazón mismo de la certeza de salvación del judaísmo fariseo: "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 5:20):
   La profundidad que Jesús imprime a los mandamientos con sus enunciados, no cumple ni la función de establecer un parámetro más estricto para la justicia, ni combate el mal del mundo con una radicalización ética, sino que incentiva al autoreconocimiento del hombre como pecados y violador de leyes y despierta la conciencia sobre la necesidad de redención. El Sermón del Monte comprende lo que el Apóstol Pablo plasmaría más adelante en la fórmula "Ley= reconocimiento del pecado". "Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás" (Romanos 7:7). Este punto de vista de la Ley totalmente nuevo es el corazón del Sermón del Monte. En adelante, la Ley ya no será un medio de justificación en sí misma, sino que sirve para presentar a los hombres en esencia como pecadores ante Dios. El único medio de salvación es refugiarse en la gracia, en el sentido de las palabras: "Y  perdónanos nuestras deudas..."
  Interpretaríamos mal los objetivos del discurso de Jesús si entendiésemos al Sermón del Monte como el anuncio de una nueva ética universal, acorde con los ideales del humanismo, con la "regla de oro" como imperativo de una moralidad atemporal. Más bien coloca la relación del hombre con Dios bajo una nueva luz y muestra que, básicamente, el hombre está supeditado a Él.
                  

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