¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

viernes, 6 de enero de 2012

La credibilidad

Introduciremos el tema de la credibilidad mediante algunos ejemplos y analizaremos en forma muy general lo que la incrementa o bien la hace menguar y qué efecto tiene. Después observaremos al Hijo de Dios, el modelo mayor y mostraremos cómo su credibilidad también penetra la comunidad.

                  Ejemplos introductorios
       ¿Cuándo es creíble una persona? ¿Qué aumenta o disminuye la credibilidad?
   Al respecto aportamos algunos ejemplos:
  •  El niño utilizó iracundo un insulto. "Eso no se dice", lo conminó el padre. "Pero ayer cuando se te volcó la lata de pintura   dijiste    lo  mismo", replicó el niño.
  • Un poeta describió la diametralidad de las palabras y de las obras: "Públicamente predican agua, pero en secreto beben vino."
Los dichos populares han acuñado las palabras: "Al que alguna vez mintió nadie le vuelve a creer aunque diga la verdad."
En la Santa Escritura también se habla de la conducta poco creíble, así por ejemplo en Romanos 2:21-22. "Tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?
¿Tú que predicas que no se ha de hurtar, hurtas? ¿Tú, que dices que no se ha de adulterar, adulteras?"
                 ¿Cuándo es alguien creíble?
   Existen características y conductas que desde un punto de vista muy general, son aplicables a una persona creíble. La persona creíble se esmera por decir siempre la verdad, por asumir errores cometidos, por ser fiel a su palabra, por cumplir con las promesas realizadas y por no defraudar la confianza que los demás han depositado en ella.
   En la persona creíble, estas conductas no son la consecuencia de su intención de lograr el éxito y de avanzar. Más bien emanan de una postura básica en su interior, caracterizada por la veracidad, la confiabilidad, la honradez, la honestidad, la seriedad y la conciencia. La coincidencia de esta postura interior con la palpable intención de vivir en consecuencia son condición de la confiabilidad, como así también componentes imprescindibles de ella. La evaluación de la confiabilidad depende, por lo general, en muy fuerte medida de percepciones subjetivas. Muchas veces también se deslizan los prejuicios. Incluso lo exterior o superficial como la vestimenta o la forma de hablar pueden influir en la valoración de una persona. Las observaciones y experiencias personales endurecen la forma de calificar a otros. Las decepciones y las promesas incumplidas sacuden la confianza depositada en una persona. La consecuencia es que dejamos de confiar en ella.
             ¿Q aumenta la credibilidad?
  La credibilidad de una persona siempre está vinculada a su veracidad. La veracidad perfecta solo se encuentra en Dios. Con Él también esta toda la verdad porque Él es el omnisciente. Al respecto, el Apóstol Pablo dijo: "...antes bien sea Dios verdadero, mas todo hombre mentiroso." (Romanos 3:4; compárese Salmo 116:11).
Esta palabra se debe analizar con el trasfondo de que nosotros, los hombres, a pesar de esforzarnos honestamente no estamos en condiciones de cumplir nuestras promesas en todos sus aspectos en virtud de nuestra pecaminosidad dad. Esto se pone de manifiesto con el voto del bautismo y de la confirmación: Nosotros juramos renunciar al diablo, a todo su obrar y ser, pero sin embargo caemos una y otra vez en el pecado. Recibimos la bendición del Dios trino quien a pesar de nuestros pecados nos reconoce. Él se atiene a su pacto con fieldad que no fraterniza con nada ni nadie, mientras que nosotros no estamos en condiciones de cumplir nuestra palabra, es decir que nos volvemos mentirosos. ¿Esto nos hace menos confiables? Pues no, salvo que falte el esfuerzo honesto. El esfuerzo honesto de vivir la propia fe también implica tender a un reconocimiento profundizado. Es nuestra función investigar a fondo las circunstancias con los dones que nos han sido dados y no permanecer en la superficie. Quien tome una postura sin ocuparse intensivamente de los hechos, socava su credibilidad. De ello se deduce, que la seriedad incrementa la credibilidad. Pero a pesar de una investigación a tanta conciencia siempre debemos comprobar que nuestro conocimiento en torno de la verdad tiene sus límites, porque sigue siendo una obra en partes (compárese 1. Corintios 13:9). Esto es así con cada persona. Por dicha razón tampoco es expresión de debilidad admitir, que no sabemos algo. Muy por el contrario; esto también promueve la credibilidad. Lo mismo sucede con la disposición a admitir los errores cometidos, a aprender de ellos y a ocuparse de hacerlo mejor en el futuro. El Apóstol de Distrito Gut escribió cierta vez: "A edad madura aprendí a aceptar la crítica a mi persona de manera seria y objetiva. Mas adelante, incluso, la espere de mis más estrechos colaboradores. Quien no haga esto corre el peligro de sobreestimarse a sí mismo."
   La conciencia de no estar en perfecta posesión de toda la sabiduría y la verdad contribuye a encarar al otro con el debido respeto cuando conversamos con él (compárese Filipenses 2:3). Cuando queda de manifiesto, que no solo se trata de sacar ventajas para si mismo o de presentarse como el centro, que no se trata de tener siempre la razón o de poner en ridículo a los demás mediante una mejor argumentación o de "taparles la boca", cuando la búsqueda común de la verdad salta a la vista, entonces el respeto mutuo conduciría a que las objeciones y los argumentos del otro sean tomados en serio a pesar de la existencia de puntos de vista diferentes e incluso opuestos.
Y para concluir: si esta conducta a partir del amor llega ala verdad entonces en aras a la verdad se podrán aceptar desventajas. Esto destaca a las personas creíbles. de lo dicho se deduce que la credibilidad de una persona sufre un menoscabo cuando falta el amor a la verdad o las razones egoístas supeditan sus esfuerzos por ser veraz.
                 ¿Q efecto tiene la credibilidad?
  En la persona creíble se deposita confianza. Se puede confiar en ella y transferirle responsabilidad. Posturas como estas infunden respeto y se consideran ejemplares. Las personalidades creíbles emiten una irradiación bienhechora al entorno y lo marcan con su impronta. Esto también atañe, por supuesto, a nuestra Iglesia, que tiene muchos miembros activos y convencidos . Se la mide con los ojos de una opinión pública crítica (y no siempre justa), pero por lo general no con los contenidos doctrinarios, sino a través de la conducta de sus miembros. Es decir que la credibilidad del individuo caracteriza decisivamente la credibilidad de la Iglesia.
  En este sentido conviene aclarar una vez más que somos imperfectos, que no podemos cumplir por completo con los requerimientos del Evangelio. ¡Pero los errores que se nos deslizan no ponen seriamente en peligro nuestra credibilidad si los admitimos, si nos ocupamos de mejorar y también permitimos que otros puedan cometerlos!
                 Jesucristo - nuestro modelo
  Como en todas las cosas, en esta materia el Hijo de Dios también es el más grande de los modelos, según el que nos orientamos. Vivió en total coincidencia con sus enseñanzas. En parte ponía muy altas exigencias, ¡pero las cumplía!
  Sus palabras tenían un formidable poder de penetración; se difundieron por el mundo entero. Iluminemos algunas de ellas a modo de ejemplo:
  • El amor al enemigo, la intercesión por los perseguidores y la total disposición a perdonar: "Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Más yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen..." (Mateo 5: 43-44). Esto formó parte del Sermón del Monte y el Hijo de Dios llevó estas palabras a la práctica cuando fue clavado en la cruz y oraba: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34).
  •  La disposición al servicio: "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo," (Mateo 23:11). Así enseñaba el Señor y apuntaló esta enseñanza, lavando los pies de los discípulos la noche previa a su sacrificio de muerte. También lavó los de Judas Iscariote sabiendo que éste lo traicionaría pocas horas después (compárese Juan 13:1-19).
  • La abnegación y la aceptación de la cruz impuesta. El Señor dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí nieguese a si mismo, y tome su cruz y sigame. "(Mateo 16:24). Con dignidad real, Jesús aceptó el encargo que le había impuesto su Padre celestial, que era hacer el sacrificio en la cruz. A pesar de que Jesús hubiera tenido el poder de solicitar el auxilio del servicio de los ángeles se dejó vapulear, burlar, castigar y ejecutar.
  • La humillación voluntaria: A la pregunta de los discípulos, sobre quien es el más grande en el reino de los cielos, colocó a un niño entre ellos y dijo:"...Así que, cualquiera que se humille como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos." (Mateo 18: 4). El Hijo de Dios, quien antes de su aparición en la tierra "siendo en forma de Dios...se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2:6-8).
Si bien a nosotros, hombres imperfectos, esta total coincidencia de nuestro accionar con la doctrina de Cristo no es posible en la misma medida que le era posible al Señor, tratamos con nuestra mejores fuerzas de imbuirnos en su ser y por consiguiente, de alcanzar el sentir que hubo en Cristo Jesús (comparese Filipenses 2:5).
Existen las condiciones para ello . A través del renacimiento a partir del agua y del Espíritu se ha colocado nueva vida en nosotros; gracias al anuncio de la palabra divina a partir del Espíritu Santo siempre nos podemos orientar según la voluntad de Dios, los pecados cometidos se perdonan y a través del digno goce de la Santa Cena recibimos la fuerza  que emana del ser de Jesús. Todo ello fue preparado por Dios, depende entonces que aprovechemos estas ofertas y roguemos porque el Espíritu Santo penetre en nosotros cada vez más. Así el ser de Jesús  saldrá a la luz cada vez más en nosotros, anunciaremos sus virtudes en forma cada vez más creíble mediante nuestro accionar (compárese 1 Pedro 2:9).
El anuncio creíble es tan importante porque los contenidos del alegre mensaje sólo se desvelan en la fe. Que un Dios trino existe, que la virgen María concibiera a Jesús sin intervención de un hombre por la fuerza del Espíritu santo, que Jesús fuera crucificado, muerto y resucitado de entre los muertos, que regresará y que transfigurará y llevará con él a quienes esperaban su venida y se dejaron preparar, todo ello sólo es accesible por la fe. ¡Con qué credibilidad y convicción debieron activar los Apóstoles y los cristianos de la iglesia del principio para que los contenidos increíbles, desde la visión de la experiencia humana, del Evangelio fueran aceptados por otros hombres.
                  La credibilidad en la comunidad
        Como ya fuera mencionado, la credibilidad de nuestra Iglesia también depende de la credibilidad personal. La comunidad del Señor se caracteriza en la Biblia como el cuerpo de Cristo, cuya cabeza es el Hijo de Dios (compárese Colosenses 1: 18). Esto compromete a la comunidad, en todo su conjunto, a vivir en Cristo. Pero la comunidad se compone de todos nosotros. Para utilizar otra imagen para la estrecha relación entre el Hijo de Dios y nosotros, si somos una carta de Cristo, preparada por el servicio de los Apóstoles y escrita con el Espíritu del Dios vivo (compárese 2. Corintios 3:3), entonces seremos creíbles como comunidad de Cristo.¡ Y esto se irradia!
  Esto no fue diferente entre las primeras comunidades. De la comunidad de Tesalónica sabemos, que a través de ella, el Evangelio fue llevado a Macedonia y Acaya y su fe en Dios se había hecho famosa por doquier. ¿Qué había en esta comunidad, que irradiaba con tanta fuerza? Su obrar en la fe, su trabajo en el amor y su paciencia en la esperanza y, no por último, su espera de la venida del Hijo de Dios (compárese 1. Tesalonicenses 1:8-10). Si no queremos únicamente una convicción personal en la fe, sino que más allá de ello queremos actuar convincentemente sobre otros, esto solo tendrá éxito si la fe en el Evangelio tiene un efecto perceptible en la palabra y en la obra. Entonces el amor no solo debe ser predicado o requerido, sino practicado en el trato amoroso de todos con todos. Entonces no solo se reconocerá la necesidad de reconciliarse, sino que demostrará a través de la comunidad y del cuerpo ministerial mediante la obediencia en la fe. Entonces no se harán juicios sobre los errores del prójimo, sino que también nos enfrentaremos al débil libres de prejuicios y con comprensión.
   Así en las comunidades se cumplirá el nuevo mandamiento que Jesús dio a los suyos: "Un mandamiento nuevo os doy: Qué os améis unos a otros: como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros. " (Juan 13:34-35). En otras palabras: El trato amoroso entre si es una característica de los seguidores de Jesús. La manifestación del amor de Cristo en su comunidad da testimonio de su credibilidad. Esto forma parte del gran misterio de Cristo y de su comunidad  (compárese Efesios 5:32)
                           En la siguiente entrega trataremos la problemática:
                          ¿La Iglesia Nueva Apostólica una secta?
              Síntesis
             La credibilidad
  • La persona creíble se esmera por decir siempre la verdad, por asumir errores cometidos, por ser fiel a su palabra, por cumplir con las promesas realizadas y por no defraudar la confianza que los demás han puesto en ella.
  • En el hombre creíble estas conductas emanan de una postura interior, caracterizada por la veracidad, la confiabilidad, la honradez, la honestidad, la seriedad y la conciencia.
  • La coincidencia de la postura interior con la palpable intención de vivir en consecuencia forman parte de la credibilidad.
  • La credibilidad de una persona siempre está vinculada a su veracidad. La veracidad perfecta solo se encuentra en Dios. Con él también esta toda la verdad; él es el omnisciente. Nuestro conocimiento en torno de la verdad es una obra en partes. Ser conscientes de ello ayuda a encarar al otro con el debido respeto cuando conversamos con él.
  • La credibilidad de una persona es menoscabada cuando falta el amor a la verdad o las razones egoístas supeditan sus esfuerzos por sus veraces.
  • Los errores que se nos deslizan no ponen seriamente en peligro nuestra credibilidad si los admitimos, si nos ocupamos de mejorar y también admitimos que otros pueden cometerlos.
  • La credibilidad del individuo determina la credibilidad de la Iglesia.
  • También en materia de credibilidad, el Hijo de Dios es el más grande de los ejemplos. si bien la total coincidencia de nuestro accionar con la doctrina de Cristo no es posible en la misma medida que en el Señor, tratamos de ir adentrandonos en su ser.
  • El anuncio creíble del alegre mensaje es por ende tan importante porque sus contenidos sólo se revelan en la fe.
  • Si no queremos ser los únicos en estar convencidos de nuestra fe, sino tener un efecto convincente en otros, solo lo lograremos si la fe en el Evangelio tiene efecto en la palabra y en las acciones.
  • El trato amoroso entre si es la característica de los seguidores de Jesús. La manifestación del amor de Cristo en su comunidad da testimonio de su credibilidad.

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