¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

martes, 8 de marzo de 2011

Pensamientos sobre la "Relación de pareja en el matrimonio" (3)


  5.     La relación de pareja en el matrimonio 

La oración conjunta es un importante
estabilizador del matrimonio.
 5.1   ¿Qué estabiliza a un matrimonio?
   La más hermosa y larga luna de miel llega a su fin y la "vida matrimonial cotidiana" con sus innumerables roces pone a prueba el amor.
Dos personas se cruzan en el camino trayendo cada una la impronta de su casa paterna y diferentes disposiciones heredadas. A pesar de los mejores propósitos puede surgir un clima tenso en el joven matrimonio, pero que con comprensión y cordialidad mutua se puede neutralizar
Querer y poder adivinar los pensamientos y sentimientos del otro para saber qué piensa y siente, le transmite la sensación de comunión del alma, el así llamado "sentimiento de nosotros".
Poder adquirir este "sentimiento de nosotros" requiere analizar si el enfoque y la conducta adquiridas en la niñez y la juventud pueden ser aplicadas en el matrimonio, o bien en la aceptación de la pareja.
La mujer y el hombre tienen necesidades diferentes que se deben respetar. El empleo de los contenidos de los siguientes puntos puede lograr estabilizar el matrimonio.


La oración conjunta en el matrimonio y la familia
 debe ocupar un lugar preponderante. También pertenece a ello
 la rotación de los que oran. A tal efecto hay que vencer
una eventual inhibición para sincerarse y expresar
los sentimientos íntimos
 frente a los familiares.

                                   Acuerdo en la distribución de roles
       El amor vincula, une y significa unirse y compartir. En vista a los cambios sociales que se han sucedido durante los últimos treinta años, en la sociedad occidental hoy en día se distribuyen más las tareas entre los cónyuges.
El padre generalmente está presente durante el parto, apoya a la esposa en este trance y vive de cerca la llegada a la vida del hijo de ambos.
Participa en el cuidado del bebé y con ello comparte el lugar con la esposa como la primera persona con la que se relaciona el hijo.
En diversas culturas, el acuerdo sobre el obrar del uno y del otro ya es sobreentendido. Las decisiones se toman entre ambos.
Una relación equilibrada entre dar y recibir fortalece la relación entre los cónyuges. Si el hombre y la mujer trabajan fuera del hogar, entonces se sobreentiende que las tareas del hogar se distribuyen entre ambos. Si p.ej. una parte realiza tareas en la iglesia, es de esperar que la otra se haga cargo, en lo posible, de las tareas del hogar que le corresponderían al otro.

            Se puede producir un desequilibrio cuando es principalmente un cónyuge el que da.
              En esto es importante la valoración individual mutua de cada cónyuge.

Un dar y recibir equilibrado
fortalece la relación entre los cónyuges.
     Muchos hombres piensan que hacen mucho por su esposa manteniendo a la familia y realizando las tareas técnicas en el hogar.
Sin embargo, la esposa echa de menos la dedicación sentimental tan importante para ella y le da menos valor al trabajo del esposo. Ella tiene que aprender a reconocer que el trabajo del esposo es su forma de "dar" y él tiene que entender que su trabajo no es la única posibilidad de "dar", sino que la demostración personal consciente de los sentimientos juega un rol muy importante.

                                 Cumplimiento conjunto de tareas
        Servirse el uno al otro es una forma de expresar el amor. Distribuyendo las tareas se puede ganar tiempo para compartir. El por favor surte más efecto que una exigencia.
El atenerse estrictamente a una disposición de roles entre marido y mujer como lo fue en muchos casos costumbre en generaciones pasadas, a veces puede ser un obstáculo para un matrimonio feliz.
Para mantener una comunión matrimonial armónica y estable, es importante disponer de suficiente tiempo para compartir actividades.
Esto requiere una distribución inteligente del tiempo donde se tengan en cuenta los deseos y necesidades de ambos cónyuges.
Las actividades como vacaciones, excursiones, ir a comer de vez en cuando, realizar fiestas, deportes y juegos, deberían planificarse con tiempo para que los puedan disfrutar ambos.
La planificación de las actividades ya puede producir reacciones positivas en los cónyuges, y es por la alegría anticipada de poder realizarlas juntos; esto acrecienta el amor y contribuye a la felicidad en el matrimonio.
Los diálogos sobre la fe y los contenidos de los Servicios Divinos afirman la vida de fe en el esfuerzo por la meta compartida.
También la colaboración en las tareas de la Iglesia puede fomentar la comunión matrimonial. Además de todas las actividades compartidas deseables e importantes para la relación. No se debería descuidar el espacio para emprender cosas propias.

  5.2    ¿Qué se debe tener en cuenta cuando surgen conflictos?

La vida común armónica de los cónyuges no se distingue por no existir conflictos, sino por la manera en que se solucionan. Los conflictos también implican la posibilidad de encontrar nuevas y mejores soluciones; la humildad, el amor y el respeto mutuo lo hacen más facil, mientras que las exigencias enfundadas y las reacciones caprichosas lo dificultan.
             A menudo se actua con buena intención, pero muchas veces inconscientemente
se cometen errores. Aquí se trata de buscar las causas y no los culpables.

Los problemas se deberían discutir
objetivamente, la divergencia de opiniones puede dejarse
de lado mediante la tolerancia y la disposición al compromiso.


         Cuando las opiniones diferentes chocan entre sí pueden surgir conflictos. Las consecuencias pueden ser frustación y agresión.  Por este motivo, el solucionar los conflictos no se debería dejar para más adelante.  Las siguientes conductas servirán para superar conflictos.

=  Escuchar atentamente el uno al otro.
=  Dialogar abiertamente con el cónyuge sobre pensamientos, sentimientos percepciones.
=  En caso de opiniones diferentes, buscar soluciones concordantes a través de la tolerancia y la disposición al compromiso.
=  Formular los intereses propios de manera entendible y tener en cuenta las necesidades del otro.
=  Para no ofender al cónyuge, se deberían tener en cuenta las siguientes observaciones:
=  Describir la situación, en lugar de evaluarla.
=  Colocarse en el lugar del otro, en lugar de tratarlo con indiferencia.
=  Ver al cónyuge con igualdad de derechos, en lugar de ser presumido.
=  Orientarse por la cuestión, o bien por el problema, en lugar de desligarse de su frustación.
=  Encarar espontáneamente al cónyuge preguntandose al mismo tiempo por qué actuó así,  en lugar de
    considerar sus derechos.
= ¡Ninguna discusión ante terceros, menos delante de los hijos!
= Si durante el conflicto la discusión verbal sólo generase más ofensas, entonces por p.ej. una carta   podría ser el camino para la reconciliación. Al comienzo de la carta se pueden expresar los sentimientos de enojo y también la frustación por la situación a que llegó la relación
= Luego el arrepentimiento y las disculpas son de gran ayuda. En este proceso de reconciliación se puede mencionar la gracia de Dios. Al final de la carta no debería faltar el testimonio de amor invariable, reconocimiento, desvelo y confianza inquebrantada.

                Crisis matrimoniales
 
     Cuando titubea la confianza mutua y se debilita el elemento de unión del amor matrimonial, se puede producir una crisis matrimonial, pero no necesariamente tiene que terminar en una separación, o en divorcio.
Las palabras del Señor Jesús muestran qué pueden producir las desavenencias: "Y si una casa está dividida contra si misma, tal casa no puede permanecer"
(compárese Marcos 3:25).
En esta dificil situación en la cual los cónyuges muchas veces no pueden encontrar una solución por si mismos, pueden solicitar la ayuda de un portador de ministerio de su confianza. Pero por el hecho de que los portadores de ministerio son asistentes espirituales y no consejeros especializados, para salvar al matrimonio puede ser muy útil buscar consejo en un centro de asesoramiento matrimonial.

                Para solucionar una crisis matrimonial, se dispone tanto
                   de los asistentes espirituales como también de los centros
                   de asesoramiento matrimonial.

               Adulterio
     El adulterio es una grave violación de la confianza y se constituye en pecado. Causa profundas heridas al afectado.
El 6º mandamiento aún sigue vigente: "No cometeras adulterio" (compárese también Mateo 5:27).
El arrepentimiento, la penitencia y la gracia de Dios, hacen posible que por el perdón y la reconciliación se pueda comenzar de nuevo.
Para poder conservar un matrimonio, es necesario resolver los motivos causantes del adulterio por medio de diálogos intensivos. Si existe el firme propósito de mantener en el futuro la fidelidad en el matrimonio, el resultado puede ser un matrimonio aún más sólido. No obstante que el adulterio deja heridas y no se puede borrar de la mente, con el correr del tiempo las conductas descriptas mitigarán el dolor.
El amor matrimonial exige una fidelidad intachable y duradera. Esto fomenta el bienestar propio y de los hijos. Pero la fidelidad mutua también está sujeta a la tentación. Con la recepción del Espíritu Santo, cada hijo de Dios recibió las fuerzas para esforzarse formalmente a
= dominar sentimientos y fantasias (particularmente provocadas por los medios, que repercuten en el subconsciente) a través del rechazo de pensamientos impuros que se contradicen con las normas divinas y éticas (compárese Mateo 5:28);
= saber guardar el pudor; el pudor respeta el ámbito íntimo del ser humano y proteje su unicidad;
= expresar el erotismo únicamente en la intimidad del matrimonio.

                      El adulterio es una gravísima violación de la confianza y es pecado.
                      Se deberían agotar todas las posibilidades para que un matrimonio
                      se mantenga y se pueda volver a estabilizar.

                  Divorcio
      La comunión matrimonial puede estar tan alterada por diversos motivos, que no obstante hacerse enormes esfuerzos parecería imposible de salvar. Los motivos pueden ser:
= adulterio repetitivo de uno de los cónyuges
= cónyuge entregado a un vicio, que no está dispuesto a realizar una terapia.
= violencia de uno de los cónyuges que podría poner en peligro la vida de familiares y
   en especial de los hijos.
= cambio extraordinario de mentalidad e intereses vitales de una de las partes y que 
   produce un distanciamiento del cóyuge.
Por el divorcio, los involucrados son culpables entre sí y ante Dios (compárese Mateo 19:6-8).

     El ocuparse intensivamente de las causas del fracaso en el matrimonio, puede servir a la maduración de la propia personalidad.
Durante los trámites de divorcio como asimismo posteriormente, lo que se hace y se deja de hacer se tiene que poder justificar ante Dios y los hombres. Por este motivo se deben evitar las campañas de odio, como palabras y actos ofensivos. Con ello se establecen las condiciones para que los "hijos de divorciados" puedan vivir en una atmósfera en la cual se mantenga el respeto y el cariño hacia ambos padres.
La responsabilidad asumida por los hijos de ambos, requiere un acuerdo que asegure a los hijos la mejor atención espiritual y social.
Se sobreentiende que los cónyuges separados seguirán recibiendo atención espiritual de manera ilimitada.
Existe la posibilidad de que puedan asistir a los Servicios Divinos en lugares diferentes. La Iglesia quiere colaborar para que mediante su apoyo espiritual se mantenga básicamente la comunión de hombre y mujer deseada por Dios. En caso de un nuevo casamiento, la Iglesia imparte la bendición si así se desea.
Antes de comenzar una nueva relación, es de gran ayuda analizarse críticamente a sí mismo sobre cuál fue la causa del fracaso del matrimonio


Muchos son los motivos por los cuales un matrimonio
puede estar tan deteriorado que parece imposible continuar.
Si se produce el divorcio, se deberían mantener los mandamientos
 cristianos y los valores morales.