Dormir es algo glorioso! Dormir bien es una gracia. Las personas que se pueden desconectar y dormir rápidamente a veces son envidiadas. Y es delicioso tener una almohada suave y no tener que dormir sobre una piedra dura.
¿Por qué el Señor Jesús habrá advertido tanto acerca del dormir? Su "Velad, pues" se repite en forma imposible de pasar por alto a lo largo de su predica sobre el tiempo final (Mateo 24:25). Las advertencias de Jesús suenan dramáticas: ¡quedarse dormido puede ser peligroso! Puede poner en peligro la vida. El Señor nos brinda un profundo relato sobre los peligros latentes:
Para el ladrón es un juego de niños entrar a una casa cuando el propietario duerme apaciblemente.
Un siervo, cuyo sentido de la obligación se duerme, que no vela por los bienes de su señor y el bienestar de los otros siervos, sino que se deja estar descaradamente, se transforma en un peligro para el cuerpo y la vida de quienes le rodean.
Las vírgenes fatuas, que se habían quedado dormidas y omitieron llevar suficiente aceite, perdieron la recompensa que hubieran obtenido por velar.
El Señor Jesús mencionó un hecho que a todos nos enciende una luz de advertencia:
la monotonía de lo cotidiano nos vuelve apáticos, nos cansa y adormece. Cuando ningún peligro inminente amenaza y no se toma en serio el llamado para despertar, la atención y se va desactivando hasta quedar en cero. Igual que los contemporáneos de Noé. Ellos vivían el día como se les presentaba, y habían dejado a un costado al amado Dios y su palabra. Mateo escribió: Y no conocieron hasta que vino el diluvio..." Su atención estaba omnibulada por lo cotidiano; habían quedado adormecidos.
"Velad pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor." Con más claridad no se puede expresar. Velar, con lo que el Señor Jesús implica, es más que sólo
lo contrario de dormir. A sus seguidores les recomienda muchísima atención para el día de su regreso:"... no sabéis a que hora ha de venir vuestro Señor". A los creyentes no los dejó en la nebulosa en cuanto a los peligros: las preocupaciones de lo cotidiano pueden asfixiar la palabra alertadora del venidero reino de Dios. Esta palabra también puede ser sofocada en quien se refugie en las riquezas en busca de seguridad.
La falta de comprensión por la palabra de la venida del Señor, debiera hacer sonar la alarma en cada uno. A las almas que esto sucede, la palabra se aplica por duplicado:
¡Rogad al padre que nos brinde el reconocimiento de su voluntad! ¿De qué otro lugar debería provenir la fe que Jesús quiere ver en su día, si no es por la palabra del cercano reino de Dios? ¿Y qué más debe mantener despierta la fe?
La falta de estabilidad en la fe es una razón para despertarse rápidamente y para anclar a más profundidad las raíces de la palabra divina. Jesucristo clarifica esta conducta de inconstante, tendiente a desbordar alegría, pero que ante el mínimo ataque, ante la más ligera crítica, se desploma. Detectemos la tendencia a adoptar esta conducta en nosotros, velemos al respecto para ser más profundos, ocupándonos más de la palabra de Dios.Si se nos plantean preguntas no seamos reticentes y traslademoslas a los que Dios ha dado para servir a su pueblo.
Preparémonos para el día del Señor conscientemente. A pesar de que nos quedemos dormidos por fracción de segundos, antes de escuchar el llamado: "¡El novio viene!", estaremos preparados para irnos con Él.