Alma madura

    
   Mi amada suegra estaba sobrellevando una enfermedad irreversible.
Costaba asumirlo, pues aunque sabemos que todo lo que nos sucede pasa
antes por el trono de Dios, la carne sufre y el amor llora.
Un día vino a visitarla nuestro anciano de Distrito. Se sentó junto a su cama
y preparó su alma con palabras que trajeron paz a su corazón y al nuestro.
Luego le pregunto: !"¿Siente algún temor, amada hermana?", a lo que ella
respondió; ¡No!" ¿Y tiene algun deseo?".Sí, que me venga a visitar el amado
Apóstol de distrito",
Bueno -dijo el Anciano- le haré llegar su deseo",
 y comenzo a hacer la oración tomandole las manos.(...)
Pasaron pocos días y su estado iba empeorando. Muchos dolores, no comía, ya ni hablaba.Yo veía que se estaba apagando y le decía a mi familia: espera al Apóstol.

Finalmente fue necesario internarla para calmarle los dolores.

Un día, durante el horario de visita de terapia intensiva, fue a verla el Apóstol de distrito.

Le habló, ella apenas abrió los ojos, le hizo una oración en silencio; luego la saludó

amorosamente, acarició su cabeza y se retiró. Deben haber sido las 19 hs. Dos horas después, ella partió a la eternidad. Su deseo se había cumplido. Gran dolor, pero también gran consuelo, para todos nosotros al ver su rostro iluminado por la paz de Dios.

Cuando en el velatorio le conté todo lo sucedido al Anciano. él me dijo que estaba tranquilo y emocionado (...) y que cuando ese día la miró a los ojos, vio un alma madura y fiel, lista para partir. Y ese es nuestro consuelo: saber que era un ser muy amado por todos y que partió a casa en fieldad,
así como había vivido: ¡ inalterablemente fiel en todas las circunstancias!