¡"Si amas al buen Jesús!"
de corazón con ternura,
vivirás siempre en la "luz"
y no verás sombra oscura.

sábado, 8 de enero de 2011

Los Diez Mandamientos

En esta entrega nos ocuparemos de los "Diez Mandamientos" de su número, de su importancia en el Antiguo Testamento y de su evaluación a la luz de los Evangelios. Ilustrar los diferentes mandamientos y los comentarios sobre su contenido queda reservado a los próximos artículos.

                                Sobre el concepto  "Diez Mandamientos"

     El concepto   común para nosotros, deriva de la expresión bíblica diez palabras  (compárese Éxodo 34:28; Deuterenomio 10:4). En la Septuaginta, traducción de la Biblia del griego ampliamente difundida, en diversos pasajes los conceptos hebreos correspondientes a "diez palabras"; se tradujeron como "deka logoi" Este fue el origen de la denominación, Decálogo, en el cristianismo. En la mayoria de las obras de consulta encontramos comentarios sobre los Diez Mandamientos bajo este concepto especializado.
   Los Diez Mandamientos se destacan de un total de 613 normas individuales  (365 prohibiciones y 248 mandamientos) de la Ley de Moisés se pone de manifiesto a través de dos hechos: únicamente estos Diez Mandamientos,
- Fueron anunciados por Dios en el monte Sinaí para que los escuche todo el pueblo de Israel;
- fueron grabados por Dios en persona en las tablas de la ley (compárese Éxodo 31: 18; 32; 15-16).
  Cuando se hace referencia a los Diez Mandamientos, en la Biblia únicamente se suele hablar  ;. En este sentido, el hijo de Dios también habló de los Mandamientos frente al joven rico, y aquel hombre sabía que se refería a los
"Diez Mandamientos" (compárese Mateo 19:17).




                               La numeración de los mandamientos

  El número total de los mandamientos se ha fijado en diez,
aunque ellos no han sido numerados en la Biblia. Por lo tanto, en el transcurso del tiempo se dieron diferentes formas de numeración. La más antigua de la que se tiene testimonio según la tradición judía, es diferente a la que hoy en día es habitual entre nosotros. El primer mandamiento es común a todos y dice:    Yo soy Jehová tu Dios.
 No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20: 2-3). Los versículos 4-6 que siguen son considerados por el pueblo judío como segundo mandamiento: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen, y que hago misericordia en millares a los que me aman, y guardan mis mandamientos. Esta numeración también se ha mantenido hasta la fecha en la iglesia ortodoxa-griega y más adelante fue asumida por la Iglesia evangélica reformada.
     Por el contrario, en la mayoría de las restantes iglesias cristianas se considera segundo mandamiento el siguiente: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano: porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Para llegar otra vez al número total de diez, en esta línea tradicional, el décimo mandamiento judío se dividió otra vez en dos. Siguiendo la división, el noveno mandamiento dice: No codiciarás la casa de tu prójimo, y el décimo: No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.        Esta forma de contar  (la fusión de los primeros dos mandamientos y la división del décimo) se remonta al padre de la iglesia  Agustín, en el siglo IV de la era cristiana. Se convirtió en una tradición de la iglesia Católica, que también adoptó Martín Lutero.

   Las formulaciones y comentarios sobre los Diez Mandamientos que aparecen en nuestro libro de enseñanza
{Preguntas y Respuestas...} bajo el número 232, se han adoptado básicamente del Pequeño Catecismo de Lutero publicado en 1529.



                           Anuncio de los Diez Mandamientos en el Sinaí
 
     Para la retrospectiva histórica nos apoyamos en lo expuesto en el segundo libro de Moisés, el Éxodo. El capítulo 20 del mismo contiene los Diez Mandamientos, que también se reproducen con algunas pequeñas variantes en el capítulo 5 del Deuteronomio. Después de que Moisés liberara al pueblo de Israel de su cautividad  en Egipto, los israelitas llegaron al monte Sinaí (también denominado Horeb) al cabo de tres meses de caminata por el desierto. No es posible establecer exactamente el año en que sucedió; los datos cronológicos sobre los cuarenta años de éxodo por el desierto se ubican aproximadamente entre el 1450 y el 1290 antes de Cristo. Dios había encargado a Moisés que dijera al pueblo lo siguiente: Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro  sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. (Éxodo 19: 5-6). 

   Después el pueblo se santificó y al tercer día, Dios anunció a todos, para que los oyeran, los Diez Mandamientos. A continuación, Moisés subió a la montaña, donde Dios le Hablo y le entregó dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos.
    Transcurridos 40 días, Moisés bajó del monte con las tablas grabadas por Dios.
 Mas el pueblo había comenzado a dudar que Moisés regresaría alguna vez. 

    Este pensamiento motivó a Aarón a fabricar un becerro de oro. Cuando Moisés vio este ídolo, rompió las dos tablas preso de su ira, y el pueblo fue castigado compárese Éxodo 32). Dios en su Gracia otorgó un nuevo encuentro en el monte, que volvió a durar 40 días y 40 noches. Entonces Moisés alisó dos nuevas tablas de piedra, que fueron grabadas otra vez con los Diez Mandamientos (compárese Éxodo 34:1-28).
 No se sabe a ciencia cierta quién escribió la segunda edición de las tablas.
Según Éxodo 34:27-28 fue Moisés quien grabó esta segunda copia, por encargo de Dios: y Jehová dijo a Moisés: escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho la alianza contigo y con Israel... y escribió en tablas las palabras de la alianza, las diez palabras. Por el contrario, en Deuteronomio 10: 1-5 se parte de la base de que también el segundo par de tablas ha sido grabado por Dios. Pero lo decisivo es igual en ambos relatos. Los Diez Mandamientos han sido dados por Dios; en ellos formuló sus requerimientos básicos a la conducta humana.
Después, ambas nuevas tablas de piedra fueron colocadas en el arca
 (compárese Éxodo 25: 16-21). Se conservaron durante muchos siglos: en la Biblia encontramos el dato de que todavía se encontraban en el Arca del Pacto cuando el rey Salomón construyó el templo (cómparese 1 Reyes 8:8-21). Nada se sabe sobre lo sucedido después.



                                El significado de los Diez Mandamientos

    El significado de los Diez Mandamientos, Dios dio indicaciones concretas para seguir
una vida según su agrado. Más allá de ello, son de significado básico para la alianza divina con Israel, porque renuevan y profundizan el pacto que los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob habían celebrado con Dios (compárese Deuteronomio 5: 2-3).
  El anuncio de los Diez Mandamientos ocupa un rango especial en la historia del pueblo de Israel. fue la única revelación que Dios hizo a todo el pueblo, usando su propia voz. este anuncio divino forma parte de la celebración de la alianza, a la que el eterno procedió con este pueblo relativamente pequeño; el cumplimiento de los mandamientos era la obligación pactada de los israelitas, a la cual se vinculaba la bendición de Dios (compárese deuteronomio (7:7-16). Ante el suceso increíblemente impresionante de las palabras de Dios, acompañadas de truenos y rayos, fuego y temblores, además del sonido de una trompeta, el pueblo se sobresaltó. En aquel entonces, el Dios eterno se había mostrado de esa manera para generar temor de Dios y para repeler el pecado (compárese Éxodo 20:20).
   En cuanto a los mandamientos que Moisés recibió en el Sinaí, se agregaron dos normas más. En Deuteronomio 4:13-14 dice: Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra, las diez palabras: y escribiólas en dos tablas de piedra. A mí también me mandó Jehová entonces enseñaros los estatutos y derechos, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis para poseerla. Este pasaje clarifica dos aspectos: Los Diez Mandamientos son:
- la base del pacto entre Dios e Israel y
- la base de la Ley de Moisés.
    Los israelitas enseñaron los mandamientos a sus hijos: se aprendían de memoria y en ella debían permanecer por siempre (compárese Deuteronomio 4:9-10; 6:6-8). Además existía una norma que establecía la lectura de los Diez Mandamientos ante el pueblo reunido, además de otras indicaciones emanadas de la ley en el séptimo año, el año de la remisión, en la fiesta de las Cabañas (compárese Deuteronomio 31:9-13). En el Antiguo Testamento, muchos profetas hablan de violaciones de los mandamientos (compárese por ejemplo Jeremías 7:8-9; Oseas 4:2); los mandamientos también se mencionan en los Salmos. Esto pone de manifiesto que se tomaban en serio en la vida religiosa cotidiana de los israelitas. Incluso hoy en día siguen conservando un alto nivel de importancia en el judaísmo.
    
                        Los Diez Mandamientos en el Nuevo Testamento

    En el Nuevo Testamento, los mandamientos resultan fortalecidos, además de otorgarles un sentido más profundo a través del Hijo de Dios en persona.
 Él llenó los Diez Mandamientos con nuevo espíritu y vida, no se quedó en el mero contenido de sus palabras, sino que fue mucho más allá , como por ejemplo en la prohibición del quebrantamiento del matrimonio. Pues sí quien se encuentra como intermediario entre Dios y los hombres, también se mostró como Señor sobre los Mandamientos. Esto se pone de manifiesto en el mandamiento de santificar el Sabbat (compárese Mateo 12:8). Volveremos sobre el particular cuando observamos los diferentes mandamientos. A la pregunta planteada por el joven rico sobre lo que tenía que hacer para heredar la vida eterna, el Señor Jesús respondió: los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas falso testimonio: No defraudes: Honra a tu padre y a tu madre. A lo expresado por el joven sobre haber cumplido todo lo enumerado, el Señor le dio la siguiente indicación decisiva: Una cosa te falta. En este punto expresó el consejo que vendiera todo lo que tenía y lo diera a los pobres y que hiciera lo que faltaba, es decir: Y ven, sígueme... (compárese Marcos 10:17-21). De ello se desprende que de ahí en más, el mero cumplimiento de los mandamientos no era suficiente para alcanzar la vida eterna, sino que era necesario seguir a Cristo.
    Lo que el Señor Jesús vio como mensaje medular de la ley se pone claramente de manifiesto en Su respuesta a la pregunta de un Fariseo intérprete de la ley, sobre cuál era el mandamiento grande en la ley: Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas
 (compárese Mateo 22:36-40). Ambos mandamientos no son formulaciones nuevas del Hijo de Dios, sino que también están contenidos en la ley de Moisés; el mandamiento de amar a Dios figura en Deuteronomio 6:5 y el mandamiento del amor al prójimo en Levítico 19:18.
   Para entender correctamente el contenido de los Diez Mandamientos, éstos deben ser analizados a la luz de lo expresado por Cristo. Los primeros Apóstoles interpretaron los mandamientos del mismo modo: porque el que ama al prójimo, cumplió la ley. Porque: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás; y si hay algún otro mandamiento, en esta sentencia se comprende sumariamente: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad (el amor) no hace mal al prójimo: así que, el cumplimiento de la ley es la caridad (Romanos 13:8-10; compárese también (1Timoteo 1:5). Este es el profundo contenido y el cumplimiento de los mandamientos el amor total hacia Dios y el prójimo.



                Cristo el mediador del Nuevo Pacto

    El Apóstol Pablo logró llevar el sentido de los mandamientos del Antiguo Testamento y de toda la ley, a la fórmula más característica...Porque por la ley es el conocimiento del pecado (Romanos 3:20). En la epístola a los Romanos puso en claro a través de los mandamientos que, debido a la imperfección humana, si bien se puede reconocer el pecado como tal, ningún ser humano está en condiciones de cumplir todos los mandamientos. Siguiendo este razonamiento, en la época de la ley nadie podía obtener una justicia válida ante Dios que posibilitara la vida eterna. Si bien los mandamientos posibilitan el reconocimiento del pecado, ¡ no posibilitan que sea eliminado! para ello fue necesario el sacrificio de muerte de Cristo.
    Jesucristo fue el único en cumplir la ley y en quedar libre de pecado. A través de su sacrificio en la cruz, Dios creó la base del nuevo pacto. Aquel cuya voz se había podido escuchar en la celebración del pacto al pie del Sinaí, se había revelado de manera incomparablemente elevada en Cristo, el mediador del Nuevo Testamento. Habló a través de él y anunció su voluntad de redención. Aceptar en la fe el evangelio de Cristo que está en posición más elevada que los Diez mandamientos, es un requerimiento del Nuevo Pacto (compárese Hebreos 12:18-25). Por dicha razón, el Apóstol Pablo bien pudo expresar: Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree (Romanos 10:4). El fin de la ley: ¿que significa esto?  la ley era parte integrante del Antiguo Testamento. Pero Cristo trajo algo mejor como mediador, un Nuevo Testamento (compárese Hebreos 8:6). En estos pasajes de la Biblia, testamento significa pacto; el único en traducir  la palabra es Martín Lutero. El redactor de la epístola a los Hebreos explica las características de este Nuevo Testamento, marcado por la gracia a partir del sacrificio de Cristo. Lo hace citando la profecía de Jeremías: por lo cual, este es el pacto que ordenaré a la casa de Israel. Después de aquellos días dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las escribiré; y seré a ellos por Dios; y ellos me serán a mí por pueblo: ... Porque seré propicio a sus injusticias, y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más
 (compárese Hebreos 8: 10-12; Jeremías 31: 33-34). Y luego se señala claramente el fin del Antiguo Testamento, y en consecuencia también de la ley de Moisés: Diciendo, Nuevo pacto, dio por viejo al primero; y es lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está de desvanecerse  (Hebreos 8:13).
   Ahora bien, esto no significa que los cristianos no deban atenerse a los Diez Mandamientos. Las diferencias fundamentales con el antiguo pacto siguiendo la profecía de Jeremías, en este nuevo pacto son las siguientes:
-La ley divina ha sido dada e inscrita en el corazón en este sentido, en reemplazo de las tablas de piedra,
-se otorga el perdón de los pecados (compárese Jeremías 31:3-34).
Se pudo aprender a querer la ley del antiguo pacto, ateniéndose a la sabiduría del orden divino y sacando las ventajas del mismo (compárese salmo 119:97-102). En el nuevo pacto Dios se ocupó de que al recibir el Espíritu Santo también se derramara su amor en el corazón humano (Compárese Romanos 5:5). De este amor se desprende que se quiere seguir la voluntad divina a partir de la voluntad de Dios. La dureza de la ley, el temor ante una dura pena al no cumplir los mandamientos de Dios, ha dejado de ser un elemento forzoso; ahora el amor interior nos mueve a cumplirlos. Y lo que se hace por amor, resulta fácil: Al respecto, el Apóstol Juan escribió: Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos , y sus mandamientos no son penosos
 (compárese 1 Juan 5:3).
   Entonces, el amor hacia Dios no es posible sin el amor al prójimo
 (compárese 1 Juan 4:20). Por lo tanto, el amor divino también se pone de manifiesto en que se cumpla el nuevo mandamiento de Cristo: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros: como os he amado, (Juan 13:34).
   La preocupación por cumplir los Diez Mandamientos se vincula con la seria intención de llegar a ser plenos en el amor, en el amor hacia Dios y hacia el prójimo, en el amor hacia todos los hermanos en la fe.

Síntesis:

El concepto habitual "Diez Mandamientos"
(también denominados Decálogo), se deriva
de la expresión bíblica "Diez palabras".

 El número total de los mandamientos,
 se ha fijado en diez. Sin embargo,
en el transcurso del tiempo
se fueron dando diferentes formas
  de contarlos.
La numeración habitual para nosotros
 se remonta a la tradición de la Iglesia Católica
adoptada por Martín Lutero.

El anuncio de los
 Diez Mandamientos en el Sinaí,
 pertenece al pacto celebrado por el Eterno,
 con el pueblo de Israel. El cumplimiento de los
 mandamientos era obligación del pacto;
 a ello se vinculaba
 la bendición.

En los Diez Mandamientos, Dios ha dado
 indicaciones concretas para una vida
que fuera de su agrado.

A través de Jesucristo, los mandamientos
 fueron
 confirmados y dotados de un sentido
 más profundo. Los mandamientos habían
 hecho posible el reconocimiento del pecado,
pero no su eliminación.
Para ello fue necesario el sacrificio
 de la muerte de Cristo.

Jesucristo permaneció libre de pecado
y fue el único hombre en cumplir la ley.
 Su sacrificio en la cruz es el fundamento
 del nuevo pacto. Aceptar en la fe el
evangelio de Cristo- más elevado que
 los Diez Mandamientos- es el requerimiento
del Nuevo Testamento.

La seria preocupación de llegar
a ser perfectos en el amor hacia Dios y
 hacia el prójimo está inseparablemente
vinculada a la intención de cumplir
los Diez Mandamientos.



1º Mandamiento:  Yo soy el Señor tu Dios.
No tendrás dioses ajenos delante de mí.

2º Mandamiento: No tomarás el
 nombre de tu Dios en vano,
 porque no dará por inocente Jehová
al que tomare Su nombre en vano.

3º Mandamiento: Acordarte has
del día del reposo, para santificarlo.

4º: Mandamiento: Honra a tu padre
 y a tu madre para que te vaya bien,
 y se alarguen tus días en la tierra.

5º Mandamiento: No matarás.

6º Mandamiento: No cometerás adulterio.

7º Mandamiento: No hurtarás.

8º Mandamiento: No hablarás
 falso testimonio contra tu prójimo.

9ºMandamiento: No codiciarás
 la casa de tu prójimo.

10º Mandamiento: No codiciarás
 la mujer de tu prójimo, ni su siervo,
su criada, su buey, su asno, o
 cosa alguna de tu prójimo.